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El Telégrafo
Felipe Rodríguez

Crítica soccer level

02 de septiembre de 2019 - 00:00

Usted es el ser más brillante de la tierra. Otros son los que están en pañales, como ese mediocre de Aristóteles hablando de lógica aristotélica, como ese limitadito de Pitágoras resolviendo la inconmesurabilidad de la diagonal, como ese trivial de Kant, desarrollando el criticismo tan irrelevante para el idealismo alemán, o ese retrógrado Richard Dawkins y su teoría del fenotipo extendido.

Pobres todas esas mentes minúsculas ante las conexiones neuronales que se producen en usted, gran maestro, que en medio de las tragedias que agobian al planeta, a los problemas comerciales, al desempleo mundial, a la inflación, a las decisiones geopolíticas bélicas, al poder que teje su telaraña tras bastidores, al crecimiento imparable del imperio narco, es capaz de encontrar una tópica retórica realmente trascendente para la humanidad: “Romo y Granda van al fútbol”. Ese, sensei, es su nivel de crítica.

Es que a los súper-ilustrados les importan justamente estos temas: que un par de ministros se gasten el 15% de su sueldo en entradas para el fútbol; el reloj que usa un asambleísta; que un verde (hoy rojo) viaje a Disney con su familia; que los hijos de un juez estudien en Europa; que un director del SRI viaje en primera clase, el auto de lujo de un ministro, etc.

A usted le jode todo lo que hace o se muere por hacer. Según sus vaticinios, los otros (el “otrismo” de Umberto Eco) deben gastar su sueldo únicamente comprando verduras a la caserita del barrio. Mejor empiece preguntándose qué dinero gastan: ¿recursos públicos o propios? Ese, y únicamente ese, debería ser el tema debatible. Todo lo demás es odio, complejos, bajeza, hojarasca. Vivir de la especulación es su tragedia personal.

Enfocar toda su energía y capacidad imaginativa en lo irrelevante, sin ser capaz, nunca, de ver lo relevante, saca a flote sus propias frustraciones, deformadas por la estrechez educativa. Al opinar se puede edificar o simplemente hacer un acto de exhibicionismo al bañarse en su propio albañal.

Perdóneme por decirle lo que pienso, gurú de las profundidades, pero hasta más positivo me resulta el pesimismo de Schopenhauer o el existencialismo secular de Nietzsche.

¿Queremos un mejor país? Entonces elevemos el nivel de debate. Ya va siendo hora de superar al mono. (O)

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