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El Telégrafo
Oswaldo Ávila Figueroa, ex docente universitario

Sin prensa privada no habría oposición

13 de febrero de 2016 - 00:00

Los reaccionarios grupos diseminados de la oposición no funcionarían o habrían desaparecido, definitivamente, a no ser por el apoyo permanente de la prensa comercial, que siempre se ha considerado poder, en protección de sus intereses y de la oligarquía, y no como instrumento al servicio de la comunidad. Los sectores retrógrados, llámense como quiera, Socialdemocracia, Unidad Popular, SUMA, Avanza, CREO, Sociedad Patriótica y otros adefesios, sin norte, ideología y programas e incluso carente de opción por rescatar posiciones en la justa electoral de 2017, se arman con todos sus recursos, sin descartar acciones belicosas y conspirativas, con el auspicio de articulistas de ciertos medios ‘independientes’ que ya comenzaron a librar batalla dirigida a promover el caos y la desestabilización del régimen de la Revolución Ciudadana.

A pesar de la explicación transparente del presidente Rafael Correa referente al contrato de compra-venta de 66 lotes en el Parque Samanes y el cese anticipado del Alto Mando, un diario de oposición titula: ‘La turbulencia nacional alcanza a la cúpula militar’. EL TELÉGRAFO, vocero público, transcribe con caracteres destacados una frase textual del Mandatario: “Con mucho dolor he tenido que cesar anticipadamente al Alto Mando. No permitiremos que nadie manipule”. La prensa que tuerce el sentido de los hechos con intenciones conspirativas o causar daños al proceso de cambio que promueve la Revolución Ciudadana, se aleja de sus sagrados fines: informar la verdad completa, educar y orientar en proyección de paz, justicia y solidaridad.

Solo por referirnos a uno de los tantos gestos sediciosos de articulistas de los medios privados; por allí, alguien como si se tratara de un hecho político, relaciona, maliciosamente, el reemplazo de la cúpula con el histórico ‘carnavalazo’. Es coincidencia, aclara y concluye su mañoso comentario “y que no nos salgan con sorpresas, aunque caiga un domingo 7”. Si el comentarista político adopta una posición altiva y patriótica, ayuda a encontrar yerros en la Administración Pública y acertadas soluciones, pero el cargado de odio, aunque finja de redentor, pierde credibilidad y se evidencia como un amaestrado o sirviente de la rancia oligarquía.

No es ocioso recordarles a ciertos articulistas que no es lo mismo opinión que injuria. Se supone que el periodista que agrede, irracionalmente, o conspira al disimulo, está recibiendo dádivas o pago por el servicio, o promesas, en el supuesto de lograr el cetro político, para el acostumbrado reparto, según la cuantía del aporte por tumbar al Gobierno y con ello truncar la Revolución Ciudadana y asegurar el retorno al nefasto país, del atraco, la corrupción, el enriquecimiento ilegal y la venta de la soberanía y la riqueza nacional.

Ya estamos en el año electoral de lucha feroz. De un lado, la oposición con la guía de la prensa comercial; y de otro, Alianza PAIS, firmemente organizada y decidida a cerrarle el paso a los golpistas que ya comenzaron a movilizarse en diversas direcciones en su intento por volver al pasado oscuro, de los mediocres  y aventureros que solo buscan recuperar privilegios. Cierta prensa privada se ha convertido en importante ayuda para la resurrección de la partidocracia. Si no abriera sus páginas a los mismos rostros de siempre, ya no existiría oposición y la marcha avanzaría, sin contratiempo, hacia la construcción del nuevo país. (O)

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