El pasado 24 de julio cumplió 229 años y sigue luchando. Ahora lo hace desde la órbita geoestacionaria. En efecto, el 29 de octubre de 2008 fue lanzado desde China el satélite Simón Bolívar dentro del proyecto Venesat-1, del Ministerio de Ciencias y Tecnología de la hermana Venezuela.
El Libertador está a 35.786 kilómetros de la superficie terrestre, cumpliendo su sueño de observar a nuestra América mestiza sin fronteras. Viaja en la órbita 78-Oeste. Su señal cubre el sur de México, todo el Caribe, Centroamérica, el 90% del territorio de Brasil. Llega hasta la parte central de Chile y Argentina.
El Libertador -cabalgando ahora en su corcel espacial- impulsa proyectos sociales, como educación y telemedicina. También colabora en la defensa de su patria, puesto que todas las bases de alerta fronteriza están conectadas a su caballo de metal y paneles solares.
Quedaron atrás los barcos y sus lentas travesías por mares agitados. Quedaron atrás los caminos estrechos de las montañas, las selvas húmedas y calurosas, las cumbres nevadas de los Andes, la soledad de los páramos, las jornadas por el desierto, con la arena que se inclinaba a tu paso movida por el soplo del viento. Ahora viajas -querido Libertador- a 11.000 km por hora, atendiendo con asombrosa velocidad las necesidades informativas y comunicacionales de tus hijos de América del Sur y del Caribe.
Los lugares donde a los mercaderes de la información no les interesa llegar -por no ser “grande el mercado”- llegas tú, para estar con los más necesitados. Ahora los pobres disponen de Internet, televisión, telefonía, telemedicina, gracias a ti.
Tu batalla continúa: hoy luchas para romper el cerco construido por el oligopolio planetario de la información y la comunicación.
El pueblo de Venezuela te colocó en el lugar que te mereces: lejos de los expoliadores, de los vendepatria, de los ambiciosos. Cerca de los niños que aprenden, de los jóvenes que se forman con espíritu crítico, de los ancianos que se curan utilizando la telemedicina.
El poeta Luis Llorens Torres, nacido en Puerto Rico, escribió sobre Bolívar: “Tenía la valentía del que lleva una espada. / Tenía la cortesía del que lleva una flor, / y entrando en los salones arrojaba la espada / y entrando en los combates arrojaba la flor. / Los picos del Ande no eran más a sus ojos, / que signos admirativos de sus arrojos. / Fue un soldado poeta. / Fue un poeta soldado. / Y cada pueblo libertado era una hazaña del poeta / y era un poema del soldado”.
Los pueblos de la Celac se alegran porque continúas cabalgando cerca de las estrellas. Te deseamos larga y saludable vida, querido Libertador.
