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El Telégrafo

Si el planeta fuera un banco…

22 de junio de 2012 - 00:00

“Si el planeta fuera un banco, ya lo habrían salvado,” decía Greenpeace en una de sus manifestaciones. Es la pura realidad y es lo que acaba de suceder, una vez más, en la Conferencia de Naciones Unidas para el desarrollo sostenible Río+20.

Los resultados de la Cumbre, en verdad, son un gran fiasco. Y lo que es peor, el propio secretario de NN.UU., Ban Ki-moon, expresó: “esperaba que se apruebe un texto más ambicioso”. Sin duda, a pesar de las expectativas, prevalecieron  los intereses económicos de las grandes transnacionales a los intereses de la humanidad. Los combustibles fósiles seguirán contaminando, día a día, el planeta.

En nada se avanzó, lo cual quiere decir que se retrocedió. Ni siquiera el pírrico fondo ambiental de 30 mil millones para el desarrollo sostenible se concretó. Aunque, eso sí, sin ruborizarse entregaron, en solo un año, más de 1 billón de dólares para salvar la banca con dinero público y a costa del bienestar de los ciudadanos.

A pesar de que el G77 más China, que en realidad son 132 países (es decir la mayoría), logró ponerse de acuerdo en temas fundamentales para el presente y futuro de la humanidad, pero la férrea  oposición de las grandes potencias impidió un avance significativo y terminó aprobándose un texto en extremo tibio y que en nada contribuye a salvar el planeta.

Por el contrario, se consolida un modelo que ha generado pobreza, inequidad y más de 100 millones de refugiados climáticos. Modelo que los grandes países quieren disfrazarlo de “economía verde” cuando en realidad solo es la ratificación de un paradigma que ha desencadenado las mayores crisis económicas de la historia. Una “economía verde” en la que, como dicen muchos, lo único verde son los dólares.   

La declaración de Río, asegura Leonardo Boff, es rehén del viejo paradigma de la dominación de la naturaleza para extraer de ella los mayores beneficios posibles para los negocios y para el mercado. Así, Río+20 se convirtió en Río+de lo mismo. 

El G77 más China acogió tres de las cuatro propuestas que llevó el Ecuador: la Declaración Universal de los Derechos de la Naturaleza; el Buen Vivir como pilar del desarrollo; una nueva arquitectura financiera para el desarrollo sostenible. Además, Ecuador obtuvo la Vicepresidencia para América Latina de la Cumbre en reconocimiento a sus aportes.

Pero más allá de eso, el propio presidente Correa, con pragmatismo y claridad,  afirmó que no se trata de un problema técnico sino político: “Imagínense por un instante si los que contamináramos fuéramos los países pobres y que la selva amazónica estuviera en Europa o Estados Unidos, hace rato que nos hubieran invadido en nombre de la civilización, los derechos humanos, la justicia, todas esas cosas que les encanta repetir y jamás practicar”. Es la pura realidad.

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