Mi experiencia personal con el relator para la libertad de expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, resultó bastante penosa.
Han pasado algunas semanas desde su partida, llena de muchas fotos oficiales del más alto nivel. Carondelet lo tuvo entre sus ilustres visitantes, además de otras con rostros harto conocidos de la farándula mediática de nuestro país.
Édison Lanza, de origen uruguayo, solo me escuchó unos pocos minutos a través del hilo telefónico; yo le había pedido me recibiera para poder narrar mi punto de vista sobre la tan mentada libertad de expresión.
Primero una asistente, de origen brasileño, me dijo que su agenda estaba muy apretada, que me devolverían la llamada; nunca ocurrió lo ofrecido. Volví a la carga, en el segundo intento fue el propio señor Lanza quien contestó: lo mismo: solo puedo atenderlo unos pocos minutos al teléfono; le dije que siempre sería mejor un cara a cara, que el teléfono oculta lo que sucede alrededor del interlocutor, que uno nunca sabe qué otras cosas hace el que está al otro lado, que por qué no era posible recibirme, que le quitaría máximo diez minutos. No hubo caso.
Quería decirle al señor Lanza que abriera su mente a la posibilidad de otros relatos; que todos tenemos sesgos; que lo malo sería quedarse con los de un solo lado para poder acomodar el informe. Ni semejante provocación, legítima a mi parecer, cambio su prejuiciosa actitud hacia mi exigencia. Tengo el convencimiento de que el señor Lanza llegó al Ecuador con el informe ya elaborado; que todo lució, más bien, una suerte de show.
Así está armada toda campaña mediática que busca destrozar al enemigo y en estos recientes meses ciertos componentes de la misma han sido diseñados incluso desde afuera. Que los patrones son los mismos ahí donde es necesario denigrar a lo que hemos entendido como progresismo: gobiernos que optaron por claras políticas sociales en una región en donde las inequidades son las peores de todo este planeta; deben ser acanallados, inoculando inmenso odio, hablando solo de corrupción, sin exhibir pruebas definitivas de semejantes afirmaciones.
Ha habido corruptos, ninguna duda cabe, que encaren ellos toda su delirante andar tras la riqueza desmedida, que emula las grandes fortunas que se han acumulado en Ecuador sin una mínima responsabilidad social. Pero una seria institucionalidad, que debería ser sustento de la democracia, no se construye con los afanes de venganza que ciertos funcionarios del Estado han venido demostrando, con el Consejo de Participación Ciudadana transitorio a la cabeza.
Lanza cumplió con las líneas asignadas dentro de un gran libreto que se usa en muchos lados. Inútil esperar algo distinto. (O)
