Es el grito de Gabriela Mistral, en su célebre oración a la maestra; y continúa con su impecable poesía: “que lleve el nombre de maestra, que Tú llevaste por la Tierra”. Parece que esta plegaria de la célebre maestra y Premio Nobel de Literatura no fue escuchada.
La víspera del Día del Maestro Ecuatoriano conocimos la lista de las 14 instituciones educativas que están suspendidas por el Consejo de Evaluación y Acreditación (Ceaaces) y que deberán ser formalmente cerradas por la Asamblea Nacional, pero hay otras 8 que están parcialmente aceptables y únicamente 3 universidades que son aceptables de las 26 en categoría E. Debemos recordar que en 2009 el ex Consejo Nacional de Evaluación y Acreditación (Conea) clasificó a 68 centros de educación superior hasta ese año. De estos, 11 fueron ubicados en categoría A, la mejor calificación; 9 en la B, 13 en la C, 9 en la D y 26 en la E. El Ceaaces incorporó a 3 instituciones posteriormente.
Con esta decisión, el Ceaaces deberá proceder a una nueva clasificación de las 57 universidades que estarían en las categorías A hasta la D, pues desaparece la categoría E. Las dos primeras categorías pueden tener poco cambio y son las 20 mejores universidades de acuerdo al los modelos de evaluación de 2009 del Conea y el actual de 2011 del Ceaaces ordenados por el Mandato Constituyente N° 14. El problema subsiste con las 37 universidades restantes que aún tienen serias deficiencias académicas, docentes y de infraestructura. Es necesario que la depuración académica continúe. La educación y el conocimiento se conciben como un bien de servicio público, así se gestionen particularmente. Y esa es la clave del debate.
Hemos acuñado lapidarias frases como: “universidades de garaje” y “profesores taxi” que describen un malévolo sistema educativo que tiene más interés en el lucro que en la enseñanza. Iniciamos el siglo XXI con una declaración mundial de la Unesco en París en 1998 que dice: “Se observa una demanda de educación superior sin precedentes, acompañada de una gran diversificación de la misma, y una mayor toma de conciencia de la importancia fundamental que este tipo de educación reviste para el desarrollo sociocultural y económico”.
El presidente Correa está claro y firme en mantener el propósito central de esta evaluación para promover y estimular el mejoramiento continuo y determinar si una institución de educación superior posee calidad suficiente y demostrar que cuenta con las condiciones que le permitan progresar. Ese es el único futuro esperado de las universidades ecuatorianas.
