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El Telégrafo
Samuele Mazzolini

¿Romper la hegemonía de la austeridad? ¡Sí ‘Podemos’!

03 de junio de 2014 - 00:00

@mazzuele

Tal como lo preanunciaba proféticamente su nombre, el recién nacido partido español Podemos ha demostrado que de poder sí se puede. Con apenas cinco meses de existencia, una campaña electoral a todo dar y una fina estrategia política, han condenado a la insignificancia a las posturas de ilustres politólogos y editorialistas que por décadas habían pontificado sobre la imposibilidad de reconfigurar el espacio político europeo. La sagrada alternancia entre socialdemócratas y conservadores, que en tiempos recientes se ha convertido en sagrada alianza por la convergencia de ideas e incluso por la coparticipación gubernamental en varios países, empieza a desquiciarse.

A nivel europeo, las fuerzas políticas que han apoyado la austeridad y coqueteado irresponsablemente con la banca siguen siendo mayoría, pero su dominio tambalea y emergen fracturas evidentes en su pegue hegemónico. En España, la izquierda radical alcanza en su conjunto un histórico 18%, mientras PP y PSOE viven con preocupación su consenso menguante y de común acuerdo se abalanzan a echar lodo contra quien perciben como su mayor amenaza, ese Pablo Iglesias que en las papeletas encarnaba el horizonte de cambio propuesto por Podemos.

El caso español, sin embargo, no es el único ejemplo que demuestra la posibilidad de invertir identidades políticas aparentemente enraizadas e inamovibles. Hay ejemplos incluso más potentes, algunos de signo político parecido, otros, en cambio, con vectores ideológicos muy distantes. En Grecia, Syriza, la fuerza política radical que quiere desechar los memorandos con la troika, se convierte en el partido más votado, demostrando ser un actor ya plenamente hegemónico. El año siguiente, su posible victoria en las elecciones generales podría finalmente desestabilizar el proyecto tecnocrático de una periferia europea explotada y amansada. En Inglaterra y Francia, en cambio, es la derecha radical la que arrasa y deja atrás a los partidos tradicionales. Estos preocupantes triunfos manifiestan que la crisis europea puede desembocar en respuestas de varios tipos.

Para volver a la izquierda, ¿no es clara la importación de los modelos latinoamericanos ahí donde se han registrado importantes avances? Alexis Tsipras, líder de Syriza, se ha referido con frecuencia al socialismo bolivariano, mientras en el caso de Podemos, buena parte de su ‘cúpula’ ha estado involucrada activamente en los procesos políticos de Venezuela, Ecuador y Bolivia. Pero más allá de las referencias verbales, es el tipo de discurso político adoptado que calca el trayecto del populismo latinoamericano.

Desafiando muchos de los tabúes de la izquierda clásica, tanto Syriza como Podemos buscan una simplificación del espacio político, oponiendo un ‘nosotros’, el pueblo, a un ‘ellos’, el enemigo -la troika y sus aliados internos en Grecia, la casta política en España-. Recogen -además- diferentes demandas populares, que sin articulación política permanecerían dispersas, y logran subsumirlas bajo una serie de símbolos que suscitan la emoción, la identificación de los votantes. Alejándose así del bagaje de clase y otras terminologías vetustas, estas nuevas izquierdas no se presentan como menos radicales, pero sí más eclécticas y pragmáticas, y logran adherirse a los tiempos modernos con mayor facilidad.

Su éxito señala el único camino disponible para derrotar a la austeridad y evitar peligrosas derivas xenófobas.

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