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El Telégrafo

Rito en la cascada de Peguche

23 de junio de 2012 - 00:00

Uno de los momentos vitales de la fiesta del Solsticio, en estos días, es en torno al agua. Los indígenas, especialmente de Peguche, acuden a la mítica cascada para renovar sus energías, para la nueva cosecha que se avecina.

El agua es un elemento de purificación de la tierra, de los objetos y de las personas. El agua nutre y da vigor al espíritu de la vida. Mircea Eliade, al tratar de la estructura del simbolismo acuático refiere: “Antes de hablar de la Tierra nos es preciso presentar las valoraciones religiosas de las aguas, y esto por dos razones: 1) Las aguas existían antes que la Tierra (como dice el Génesis, ‘las tinieblas cubrían la superficie del abismo y el Espíritu de Dios se cernía sobre las aguas’); 2) Analizando los valores religiosos de las aguas, se aprehende mejor la estructura y la función del simbolismo. Pues el simbolismo desempeña un papel considerable en la vida religiosa de la humanidad; gracias a los símbolos, el mundo se hace ‘transparente’, susceptible de ‘mostrar’ las transcendencias”.

En su investigación, Hernán Jaramillo Cisneros dice: “La fiesta de San Juan siempre despertó el interés de los viajeros. Friedrich Hassaurek, diplomático norteamericano que permaneció en el Ecuador entre 1861 y 1865, asistió en Cayambe a lo que llamó ‘baile de los San Juanes’, lo cual describe en sus memorias. Él vio a 24 bailarines, de los cuales doce iban vestidos de mujeres. Los que actuaban verdaderamente como hombres ‘llevaban gorritos con lentejuelas y plumas de muchos colores, chaquetas de seda, chales o pañuelos de seda sobre los hombros, y pantalones blancos y limpios’.

Los que iban vestidos de mujer ‘llevaban pequeños sombreros negros de fieltro, adornados con ondeantes plumas y con pequeños velos en los bordes. También llevaban trenzas de pelo postizas. Sus trajes eran blancos y limpios, y sobre los hombros tenían pequeños chales de seda de alegres colores’”.

De la década de 1940 es Aníbal Buitrón, quien proporciona los datos más relevantes del festejo: “Durante tres días, los indios celebran su fiesta en la pequeña plaza de San Juan en las afueras de Otavalo. Círculos de danzantes se mueven alrededor de la plaza bailando y bailando.

El aire se llena con sus cantos, con la música de sus flautas, rondadores, armónicas, guitarras y tambores […] continúan los danzantes dando vueltas primero en una dirección y luego en la otra, y asentando los pies con fuerza y ritmo”. Además del fuego, el agua también está vinculada a la deidad mayor de la provincia: el taita Imbabura, dador de agua.

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