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El Telégrafo
Leonardo Vicuña Izquierdo

Relanzamiento de la Revolución Ciudadana

24 de junio de 2015

La ofensiva oligárquica ha logrado movilizar algunos sectores. Ha sido violenta y ha contado con el apoyo de dirigentes traidores a los que seguramente ayuda. Persiste en sus acciones conspirativas a título de ‘defender’ a los pobres y a la democracia.

Cualquier pretexto es bueno: proyectos de leyes, manipulación de estudiantes, temas laborales, la Ley de Aguas, los subsidios al IESS, salvaguardias, etc., etc.

El Gobierno convoca al diálogo y a debatir sobre “el país que queremos”. Es buena la iniciativa y adecuado el momento, pero la agenda y metodología deben ser clarificadas. La Revolución Ciudadana (RC) en ningún momento se ha planteado como objetivo modernizar el capitalismo.

Recordemos que la RC se gestó desde la más amplia unidad de sectores de izquierda, revolucionarios, humanistas, ecologistas, cristianos y otros, dispuestos a construir un nuevo país; para ello había que desmantelar el andamiaje neoliberal, recuperar soberanía y el petróleo, desarrollar la actividad productiva y atender la vida de la gente pobre y los trabajadores, y organizar  el marco institucional, con la Constitución y leyes adecuadas, para garantizar el cambio de modelo para el crecimiento sostenido, la inclusión social, equidad, justicia; equilibrios ambientales y para sentar bases para un futuro de socialismo y democracia participativa, junto a la organización del poder popular y el Estado democrático.

Se han dado los primeros pasos fundamentales en muchos aspectos. Falta mucho por hacer y los ajustes a lo realizado son indispensables, sobre todo en el manejo de los sectores estratégicos; la reforma educativa, la salud pública, la economía social solidaria, el plan social del Buen Vivir. Es el momento de realizar un balance objetivo con todos los sectores que han apoyado el proceso; de diálogo para corregir errores y consolidar reformas; de decisión política para reincorporar movimientos sociales y políticos que están al margen, procurando ganar a sus bases, ejecutar las reformas, agraria, urbana y laboral; construir el poder popular,  base de la democracia participativa; apoyar con más fuerza la integración, en procura de la Patria Grande.

El país que queremos, a tono con los intereses del pueblo y la nación, es claro y tiene bases reales; hay que ampliarlas y perfeccionarlas. Para ello hay que debatir con los diversos sectores democráticos, no con la partidocracia vendepatria, con los del viejo país, que lo añoran, en el que asaltaron los dineros públicos, entregaron la soberanía y riquezas naturales, sacrificaron a las masas populares, explotaron a mansalva a los trabajadores, diseñaron salvatajes bancarios, prostituyeron la democracia. Ese viejo país no volverá jamás.

Lo anterior no niega la posibilidad de diálogos sobre temas concretos, como los productivos, tributarios y comerciales, en los cuales se conjugan diversos intereses  y visiones, sin perder la perspectiva de cambiar las estructuras capitalistas de explotación y de concentración de la riqueza, para lo cual se debe tener como base su redistribución y la democratización de la propiedad, bases de equidad para avanzar en la construcción del nuevo país y del socialismo, objetivos de la RC, apoyados por la mayoría de la población en 10 elecciones.

Para todo esto Alianza PAIS debe, en firme, reforzar y democratizar su organización y gestión, coadyuvando a la construcción, en serio, del Frente Unidos, respetando la condición de aliados de sus integrantes, buscando la incorporación de otros y reconociendo, sin recelos ni sectarismo, que es necesaria su participación abierta en todas las órdenes del proceso y la gestión del Gobierno, el que a su vez debe reforzar su equipo, con gente idónea y de elevada sensibilidad política.

El relanzamiento de la RC, que debe considerar estos elementos, es prioridad nacional. (O)

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