Crece el repudio contra el Consejo de Seguridad de la ONU que desde su creación, al final de la II Guerra Mundial, está en manos del puñado de países victoriosos, que se otorgaron arbitrariamente a sí mismos un poder de veto que paraliza la función fundamental de velar por la paz y la seguridad internacional. Además de hacer imposible un juicio objetivo de los crímenes de guerra, como el cobarde genocidio contra dos ciudades con armas atómicas, impune hasta hoy, el poder de veto impide que se adopten decisiones de acuciante urgencia. Es un sistema, no solo obsoleto, sino absurdo, antidemocrático, despótico, inadecuado.
A su vez la Asamblea General, actualmente integrada por 193 Estados miembros, es improcedente, porque múltiples resoluciones mayoritarias que adopta año tras año, como contra el criminal bloqueo de Cuba, quedan sin cumplimiento, fuera de permitir que Israel se burle reiteradamente de sus decretos, así sirva de tribuna a todos los países, como órgano deliberativo de formulación de políticas.
Sin lugar a dudas, hay que pensar en reformas, aunque puntuales, pues no hay que olvidar que la ONU es un amplio Sistema de Naciones Unidas, en el que el Consejo de Seguridad es solo una parte.
Si bien, la Asamblea General es el órgano central, hay una secretaría general ejecutiva, un Consejo Económico y Social, Corte Internacional de Justicia, numerosos organismos especializados de especial importancia como UNESCO, FAO, OMS, UNICEF, OMC, OIT, PNUD, ACNUR etc., y fondos y programas con los cuales se conforma una compleja organización.
Habría que especificar que se reforma todo lo que tiene de burocrático y obsoleto, y que se refunda el Consejo de Seguridad.
¿Pero cuál es la estrategia, habida cuenta de las consideraciones anteriores?
El ingreso de Venezuela como miembro del Consejo de Seguridad podrá servir de voz del sur para hacer avanzar la causa, pues el presidente Nicolás Maduro en su discurso en la Cumbre de la ONU sobre el cambio climático celebrada en Nueva York, que Fidel Castro calificó de ‘valiente y brillante’, denunció en medio de aplausos, la incapacidad de la ONU para cumplir su misión fundamental y pidió su reforma. Además será un objetivo principal promoverla desde la jefatura del Movimiento de los No Alineados, como lo prometió hacer a partir del año entrante, cuando Venezuela asuma la presidencia del Movimiento, que puede ser muy influyente por el voto en bloque de casi dos tercios de los miembros de la ONU.
Sin embargo, tendrán que ser muy ingeniosos para encontrar la fórmula de refundar el Consejo de Seguridad, el talón de Aquiles. A corto plazo no hay opción para lograrlo por encima de los vetos que atronarán. A largo plazo, las redes sociales tendrán que adelantar una campaña permanente persuasiva contra el veto.
Entre tanto, habría que ingeniarse por lo menos la forma de que los verdaderos poderes que rigen el mundo, como las transnacionales y el capital financiero, no mangoneen camuflados entre diplomáticos de las misiones ante la ONU de países poderosos.
