El pasado 21 de febrero se conmemoraron los 267 años del nacimiento de Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz y Espejo (1747-1795), el intelectual más prominente de la Real Audiencia de Quito, pionero del pensamiento ilustrado, precursor de la independencia y símbolo de la conciencia crítica quiteña.
Espejo ha trascendido por su obra, sus ideas, la valoración que hizo de la identidad quiteña, la siembra de principios inéditos sobre soberanía, libertad y emancipación, que guiaron a sus discípulos para lanzar la revolución del 10 de agosto de 1809, que instaló la primera Junta criolla autónoma, con la cual se inició el proceso de la independencia del actual Ecuador, que se conquistó recién en 1822.
Pero no siempre se advierte la dimensión de Espejo como movilizador de la conciencia crítica quiteña. Desde un presente histórico y valiéndonos de las palabras del propio Espejo, el ‘espíritu quiteño’ de la actualidad es heredero de esa conciencia crítica, ya forjada en el siglo XVIII.
Quito, sensible por ese efecto histórico de politización y conciencia crítica, vive los vaivenes y vorágines de la política.Quito es una verdadera antena política del Ecuador. Por ser capital histórica del país e incluso porque los acontecimientos de la vida nacional pasan necesariamente por esta ciudad, en la que se encuentran las instituciones de Gobierno y los edificios emblemáticos del poder público, como son el Palacio de Carondelet o el Palacio Municipal, en Quito se reflejan, más que en otras urbes ecuatorianas, los posicionamientos políticos más críticos. Afirmarlo no implica menospreciar a ninguna otra urbe, sino reconocer ese fenómeno de politización permanente que se vive en la capital ecuatoriana y que se traduce en cada conversación familiar o social, acentuada en unos más o en otros menos.
Quito, sensible por ese efecto histórico de politización y conciencia crítica, vive los vaivenes y vorágines de la política. Pero acumula progresivamente acciones y reacciones. Y las expresa en cada momento electoral, cuando las pasiones de los quiteños también se encienden.
En los posicionamientos políticos actuales, el ‘espíritu quiteño’ que visualizara Eugenio Espejo tolera, juzga, evalúa, critica, y finalmente se pronuncia. Espejo vio necesario cultivar la ilustración en Quito. Pero para él, conforme lo señalara en su periódico Primicias de la Cultura de Quito, estuvo muy claro que “el quiteño de luces, para definirle bien, es el verdadero talento universal”; y que la conciencia crítica es fundamento de vida, pues “el genio quiteño lo abraza todo, todo lo penetra, a todo alcanza”.
