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El Telégrafo
Ramiro Díez

Historias de la vida y del ajedrez

¿Quiénes derrotaron a los terroristas?

27 de julio de 2017 - 00:00

Sucedió en Dikwa, un misérrimo pueblo en Nigeria, en donde un grupo de fanáticos religiosos desata el terrorismo contra la población civil. Uno de los objetivos ha sido secuestrar y esclavizar a las niñas que van a la escuela, porque sus predicadores recuerdan que las mujeres fueron creadas por Dios para servirnos a los hombres, y no para aprender a leer y escribir, o cosa parecida.

Después de varios secuestros, algunas escolares lograron escapar y narraron todo tipo de infamias. Las más bellas son vendidas como esclavas sexuales. Y eso fue lo que le pasó a Amina, de once años, un día que regresaba de la escuela por un camino polvoriento y solitario.  Faltaban pocos metros para llegar a su casa cuando fue interceptada por un jeep con varios hombres.

La montaron a la fuerza al vehículo, y enseguida su familia y algunos vecinos organizaron la persecución a pie, sin importar la desventaja, y esa misma tarde los asaltantes llegaron caminando hasta una cabaña abandonada, porque el jeep se había quedado sin gasolina, kilómetros atrás. La familia los había descubierto, pero el problema era cómo acercarse y rescatar a la niña que gritaba dentro de la casucha custodiada por hombres armados.  

Entonces en ese momento sucedió lo increíble.

Un grupo de cinco leonas salió de los matorrales y atacó a los dos guardias, enseguida la más grande saltó por una de las ventanas abiertas, mientras otras dos empujaban una puerta destartalada  y lograban penetrar a la cabaña. Adentro se escucharon gritos de terror. Uno de los hombres logró escapar y se internó, arrastrándose, entre los matorrales. A cien metros de distancia, la familia de la niña esperaba lo peor, pero enseguida la vieron salir, custodiada por las leonas. La pequeña, asustada, se recostó sobre un tronco, y las leonas se sentaron a su lado, lamiéndola en un gesto de protección, como si fuera una cría de ellas.

Tras un minuto de suspenso y de estupor, la familia decidió acercarse con mucha cautela. Las leonas se pusieron de pie, se acercaron varios metros, observaron con atención a los recién llegados, y enseguida se marcharon tranquilas, aunque antes lamieron varias veces la cabeza de la niña que todavía gemía, asustada.  Los animales vigilaron desde lejos y, después de haber visto la alegría y los abrazos que recibió la niña, desaparecieron tras una colina.

En ajedrez, también, puede ser el salto de un caballo el que le ponga fin a todo.

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