Jorge Glas, que ha entrado a la historia nacional como JG o Vidrio, fue desde muy joven cercano a personalidades como Rafael Correa, “papá” de los boy scouts de aquel entonces y futuro “padre de la patria”.
JG estudió en un colegio religioso y luego en la ESPE. Trabajó desde muy joven junto a su tío y mentor, Ricardo Rivera, dueño de Televisión Satelital, hoy incriminado por haber recibido sobornos millonarios de Odebrecht.
Cuando se escucha hablar a JG se evidencia la carencia de formación política e ideología: es difícil entender cómo llegó a cargos tan altos. ¿Hay que recordar que es el actual vicepresidente ecuatoriano? Pues sí, aun sin funciones, y casi listo para cumplir una condena suave de seis años de prisión por asociación ilícita.
Correa se le parece en varios sentidos: el frenesí del hacer, escaso fundamento cultural y filosófico, ausencia de estructura ideológica-política -aunque se haya querido mostrar lo contrario-, un deseo personal de “surgir”, no exento de arribismo. Heriberto Glas, hermano de JG, dice: “Entró por la confianza que Rafael tiene en él y no por cuotas políticas. De esa manera, ha ido escalando”.
Hay ciertas dudas sobre la personalidad de JG, como la calidad de las fuentes consultadas para su tesis de pregrado, su paso por la TV y su paralelo desprecio por la investigación periodística, y hay aspectos negros con los que está vinculado: su padre entró clandestinamente en Paraguay en 2011, cuando JG Vidrio tenía un alto cargo en el Gobierno ecuatoriano. Glas padre, Glas Viejó, había violado repetidas veces a una niña a quien embarazó en el colegio del que no era el conserje, ¡sino el rector!
En Ecuador de hoy, no son ni la preparación intelectual ni la lucha político partidaria ni la trayectoria de servicio por la comunidad aquello que permite llegar al poder, sino golpes de suerte, padrinos adecuados, experiencias azarosas con el billete, amigos de confianza. No importa cuán dudoso y hasta sórdido pueda ser el historial del individuo. (O) et
