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El Telégrafo
Carlos Silva Koppel

Que se termine ya

31 de diciembre de 2018 - 00:00

El año que viene está en la vereda de enfrente atravesada por esta calle tan transitada que hemos llamado vida. Dejamos el año que pasa con entusiasmo, llenos de esperanzas que nos motivan a decir: “El próximo será mejor”.

Siempre estamos a horas de separación entre un año y el otro, pero tenemos ese misticismo de concebir que un ciclo se cierra y todo quedaría en el año anterior. Pero el tiempo no es cíclico como creemos, ¿por qué no una espiral o una red?

No es un ciclo porque lo que sucedió hace 5 años o 5 meses puede sentirse como si hubiera sido ayer. Así funcionan los recuerdos que dejan los eventos (a veces traumáticos) en la psique.

No existe tal temporalidad progresiva o evolutiva. En la mente el tiempo es arbitrario como en el universo y esas dos categorías sabemos que no se encuentran aisladas entre sí.

El año, que es una expresión nuestra sobre el tiempo, tampoco es un ser omnisciente y con voluntad propia que traería consigo cosas mejores o lo contrario de mejor.

Estamos aquí a merced del mundo, del tiempo que insistimos en dominar y “no perder”. A merced de los malos políticos, de las leyes que coartan libertades sobre el cuerpo, sobre los territorios, sobre el consumo. Leyes que defienden a victimarios y no a víctimas.

A merced de la delincuencia, del desempleo, del hambre, del racismo, del extremismo, de la pobreza. A merced de la naturaleza y el azar. Estamos a merced de otras personas, desde los más sutiles juegos de poder, hasta los más obscenos tanto en la pareja, familia, trabajo o como en cualquier otra institución social. Estamos en manos de nuestros errores, y esos sí que son cíclicos.

No importa tanto el año nuevo, importa que sepamos elegir buenos gobernantes; importa saber emanciparse ante las injusticias, ante nuestras tristezas y la del otro. Importa que agarremos al destino por los cuernos para que no nos atropelle en media calle.

Para todo esto se necesita voluntad, y si ella está perdida, pensemos en separar cita con el psicoanalista. (O)

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