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El Telégrafo
Melania Mora Witt

¿Qué hacer con la Casa de la Cultura?

27 de septiembre de 2014 - 00:00

Frecuentemente se escucha, en círculos cercanos a los quehaceres culturales, la inquietud por la Ley o Código de la Cultura. Se han sucedido algunos borradores derivados de distintas visiones de quienes han ejercido el ministerio afín. La Casa de la Cultura Benjamín Carrión y su futuro son motivo de preocupación.

En varias oportunidades, por mi cercanía con el Núcleo del Guayas, me he referido a sus orígenes históricos y democráticos. Todos los que ‘son’ parte del mundo intelectual han tenido alguna proximidad con sus núcleos provinciales o con la matriz. De allí la preocupación porque se establezca un adecuado rol dentro del  Sistema Nacional de Cultura para esta entidad, de la que algunos ven solo fallas y otros, la mayoría, múltiples aciertos.

En ciudades como Quito y Guayaquil, en las cuales la oferta cultural proviene de municipios, consejos provinciales, universidades, fundaciones y organizaciones privadas, la Casa comparte la responsabilidad organizativa con aquellas, que cuentan a veces con presupuestos superiores y pueden realizar megaeventos que superan sus posibilidades. A partir de la creación del Ministerio de Cultura, las direcciones provinciales tienen a cargo el funcionamiento de museos, archivos, bibliotecas, a más de la organización de ferias de libros, otorgamiento de apoyo a proyectos cinematográficos, musicales, literarios. Las necesidades y urgencias en este ámbito son tan grandes que, sumando esfuerzos, aún se revelan muchas carencias.

La Casa fue creada con fines específicos que correspondían al tiempo y circunstancias de su formación y respondió eficazmente durante largo tiempo a esos objetivos. Paulatinamente dejó de ser -en las ciudades más grandes- la entidad rectora de la vida cultural, pero sin que ello signifique su aislamiento, pues siguió publicando, manteniendo pinacotecas y cinematecas y una agenda permanente con exposiciones plásticas, lanzamientos de libros, conciertos, festivales cinematográficos, etc., congregando a  importantes sectores poblacionales.

El Núcleo del Guayas, que frecuento, cumple actividades múltiples, pese a su exiguo presupuesto. Mantiene un museo arqueológico catalogado con tecnología de punta; una pinacoteca eficazmente conservada; una pequeña imprenta en la que se realizan cuidadas ediciones; un coro, una unidad de danza, una biblioteca infantil a más de la general. Solo en agosto ha realizado un festival de teatro, otro de coros, un tercero de danza; una muestra pictórica de Araceli Gilbert; un concierto con instrumentos de barro de Schubert Ganchozo -que es miembro del directorio-; a más de funciones diarias de cine y otras actividades. No tiene un teatro, pese a poseer el terreno,  pero su auditorio y edificio son impecables.

Creo, con muchos otros, que la Casa debe conservar su autonomía operativa y continuar como espacio plural abierto a todas las ramas de la cultura. La intelectualidad del país merece una entidad con rentas suficientes, equitativamente distribuidas, para cumplir el rol que le compete en esta nueva hora de la patria.

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