Estamos finalizando el tercer trimestre de 2019 y de acuerdo a los datos del SRI que reportan las recaudaciones del IVA y las ventas, el primer semestre de este año ha sido bastante malo; pero el acuerdo con el FMI generó confianza, que se afirmó con la primera visita positiva de cumplimiento y la esperanza de que la segunda sea también aprobada.
Los bancos han accedido a crédito externo y eso podría asegurar una reactivación económica del último trimestre. Pero está claro que el Gobierno no ha tomado las medidas necesarias para estabilizar la microeconomía ecuatoriana. A los bancos les ha ido bien; no así al sector manufacturero, que reduce su plantilla de empleados debido al declinamiento de sus ventas.
Los sectores estratégicos de minería y petróleo van adelante, pese a las dificultades en cada sector y a que la famosa fusión de Petroecuador con Petroamazonas todavía está en estudio y no hay claridad en los proyectos de refinación. El sector eléctrico sigue siendo una caja negra, pues las 8 hidroeléctricas deberían operar eficientemente.
Y por eso nos disgustamos con China y parecería que casi se satanizan los compromisos crediticios, especialmente las preventas petroleras. Y no hay duda de que los grandes proyectos ejecutados por empresas chinas tienen problemas de todo tipo. Y China veta la compra de camarón, aduciendo contaminación de mancha blanca y cabeza amarilla. Si a esto se suma el control que hacemos de la pesca china en nuestro mar territorial, no hay que ser muy suspicaz para intuir que el Gobierno deberá negociar, no solo el camarón, sino otros temas.
Mi evaluación es que el mejor estimado del cumplimiento presupuestal de este año no superará el 70% para el sector de manufactura; pero el área de servicios y comercial también está afectada y sus resultados serán inferiores a lo presupuestado. Y es que hemos pecado de sobreoptimismo, tanto en las instituciones públicas como las privadas. Claro está que en los negocios privados se cortan los gastos discrecionales: capacitación y publicidad y mercadeo. Y se reduce al personal de todas las formas posibles.
Y parece que 2020 será más duro que el actual, lo cual obliga que nuestros presupuestos sean muy reales. Esperanza no es estrategia. Los presupuestos deben estar basados en hechos y datos. Los ingresos dependen del mercado y son aleatorios; los gastos son determinísticos y, una vez que están presupuestados, es muy grande el chance de que se den. (O)
