Dicen que la mejor forma para conocer cómo es alguien realmente, hay que esperar a sus momentos de enojo y así observar cómo maneja su lado abyecto: cuando se está atorado en el tránsito, cuando el internet le funciona muy lento, etc. Anticipando, incluso por prevención, la forma de conducir su lado malo de ese que queremos conocer y evitar situaciones penosas.
¿Será parecido con la sociedad en esto de cómo maneja su lado malo, para saber cómo es? Su índice delincuencial, su tasa de homicidios, etc. Me atrevería a decir, con el perdón de los expertos, que se puede conocer a la sociedad por sus cárceles y por el proceso de aislamiento o rehabilitación social de sus elementos más sórdidos. Por sus cárceles las conocerán, digo, y no solo por sus atractivos turísticos, las ruedas moscovitas o la basura que yace en las calles.
Una buena cárcel o recinto penitenciario -sin estar apartado de un sistema de justicia y policial incorruptible-, tal como hotel cinco estrellas, determinaría cuán avanzada y rica es una sociedad.
A partir del llamado “Caso del Siglo”, el de Joaquín “El Chapo” Guzmán, recordamos que en Estados Unidos se encuentra, además de una red de prisiones formidables, la ADX “Supermax” o conocida como el “Alcatraz de las montañas rocosas”. Donde sabemos, permanecen criminales de alta peligrosidad y conocidos mundialmente y donde iría el capo del Cártel de Sinaloa.
Aquella cárcel separa del resto del mundo al criminal que se ha ganado su derecho de estar ahí. De por sí, una cárcel es psicotizante, esa precisamente lo es, pero cumple para lo que fue hecha: mantener a muertos en vida lejos de la sociedad a la que dañaron tanto. Pero el punto importante es la alta seguridad, el empleo de un sinnúmero de recursos y estrategias para vigilancia y control.
Aquí viene la situación penosa ¿cómo son las cárceles en Ecuador?
Los problemas que hoy se desbordan de las letrinas, es porque desde hace años no han querido ver que hay que invertir en inodoros de porcelana fina. (O)
