¿Por qué no dan la cara Fabián Alarcón y su gabinete socialcristiano?

Es muy extraño que la frontalidad y hasta franqueza con la que muchas veces trata sus asuntos políticos hayan quedado de lado de la voz de Jaime Nebot cuando fue interrogado el miércoles pasado sobre las revelaciones de la lista de ministros y autoridades impuesta al entonces ilegal mandatario Fabián Alarcón. Muy extraño porque torear de ese modo una explicación dice mucho de quien demanda lo mismo de sus adversarios políticos.

Ecuador no merece el silencio de un hecho tan grave como lo denunciado por el presidente Rafael Correa en las grabaciones de audio que todo el país escuchó hace más de una semana. Muy extraño también que esos periódicos, entrevistadores y medios, que suelen ser muy intensos cuando se trata de revelaciones, ahora callen y miren para otro lado. Quizá están muy ocupados en darle todo el espacio al enterrador de la Izquierda Democrática, a ese machito de medio pelo que no exhibe una sola idea, solo derrama bilis y soberbia.

Posiblemente para muchos eso sea lo normal, hasta lo que debía ser cuando un político (en ese entonces alcalde de Guayaquil) ordenaba quién debía ir en tal cargo, aunque de cara a la ciudadanía nos decían todo lo contrario. Pero no es normal, no puede dejar de sorprender. Lo que demuestra todo ello es que los socialcristianos gobernaron el país sin haber ganado las elecciones y hasta cuesta asumir que fueron los reales interesados en las caídas de tres mandatarios cuando no acataron sus deseos, sus pedidos de cargos, que en cambio el señor Fabián Alarcón sí lo hizo de rodillas.

Ya no cabe duda quién estuvo detrás de esas caídas y con qué intenciones. Si Abdalá Bucaram cayó fue porque se disputaron con él cargos y espacios donde las decisiones no les favorecían. Algo parecido pasó con Jamil Mahuad, tras ese pacto en la Constituyente de Sangolquí. Y no se diga de lo que el coronel Lucio Gutiérrez tuvo que hacer y que no gustó a los socialcristianos. Este diario publicó una entrevista con el sucesor de Lucio y ahí contó que tras la llamada del extinto líder socialcristiano pararon los ataques en Ciespal y en adelante pudo asumir su cargo bajo el juramento tomado por otra socialcristiana que ahora nos quiere dar clases de moral pública y se queda callada con las revelaciones que comento.

El señor Alarcón ha permanecido callado. Y por responsabilidad histórica debería decirnos por qué y para qué se sometió al poder socialcristiano. En silencio ha pasado muchos años sabedor de que hablando se condena. Si habla con la verdad antes de morir, ¿dónde quedará su efímera gloria en Carondelet? ¿Para qué le sirvió ese cargo si en realidad él no gobernaba? ¿Y qué dicen los ministros que ‘gobernaron’ con él y que solo estaban ahí porque recibieron la venía desde El Cortijo? ¿Eran títeres conscientes o inconscientes?

Muy triste este capítulo de la historia nacional. Si hubiese vergüenza en los medios privados, de esto habrían hecho las telenovelas que hacen por cosas menores ahora. ¿Será que si dicen algo recibirán una llamada desde Guayaquil para ordenar que boten al periodista que investiga, como pasaba o pasa con algunos que se atreven a contar esos pasajes oscuros de la historia? ¿No fue por eso que esos ‘eminentes’ diarios privados dejaron de publicar los famosos WikiLeaks? (O)