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El Telégrafo
Oswaldo Ávila Figueroa, ex docente universitario

Plan de vida austera para una vejez feliz

26 de abril de 2014 - 00:00

“Saber envejecer es la obra maestra de la vida, y una de las cosas más difíciles es el dificilísimo arte de la vida”, explica con acierto Henry F. Amiel. Cuando se vive la juventud, no se siente el tránsito de los años, se disfruta en el presente y se resiste a entrar a la inexorable etapa de la vejez. Hay pocas personas que esbozan un plan de vida, austera e indispensable, para no perder el encanto de la existencia hasta el encuentro con el fin terrenal. La vejez llega con sus estragos físicos y sus dolencias, según el modo de vida de hombres y mujeres, situación socioeconómica y niveles de cultura. En mucho de los casos, ancianos desesperados, se arrinconan en la soledad, enfermos y sin apoyo familiar e indiferencia del Estado.

El gobierno de la Revolución Ciudadana, mediante la Ley Orgánica de Servicio Público, dispuso, en su momento, la jubilación obligatoria a los servidores y servidoras de 70 años y voluntaria a partir de los 65, con atractivos incentivos económicos e incremento de la  pensión jubilar que le permitan vivir con decoro y júbilo en sus últimas décadas. Algunos jubilados extraviados y sin plan de vida despilfarraron el acumulado de su retiro en extraños amoríos y viajes costosos. Hoy en ruina se quejan de la irrisoria pensión mensual. A diferencia de otros, entre maestros, periodistas y funcionarios públicos, con buen sentido y tardío plan de vida comparten  sus últimas vacaciones con mayor esmero, tiempo y dedicación en el seno de su hogar.

En su oportunidad, articulistas de los medios privados cuestionaron la jubilación obligatoria, sin comprender que el régimen del Buen Vivir entregaba una justa jubilación como respuesta a una honrosa jornada laboral de sus servidores y que abría las puertas a las nuevas generaciones, decididas a contribuir con el desarrollo del país. El problema de la vejez se agrava en el caso de las personas que no cuentan con afiliación al Seguro Social que gobiernos anteriores se olvidaron de considerarla. A ello se agrega la expectativa de vida, determinante en el crecimiento de la población adulta con su secuela de penalidades.

El gobierno de la Revolución Ciudadana, preocupado por esa penosa situación, a través del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), dentro de su programa jubilación universal no contributiva, ha entregado un bono de desarrollo humano a más de medio millón de personas para aliviar en algo su estado de angustia. El programa continúa y aspira a donar el incentivo al resto de los mayores adultos.

Hay que entender que el ámbito del anciano es otro, diferente horizonte, espacio, relaciones y de perspectivas. No hay que esperar todo del Estado para asumir el nuevo y último reto de la vida. Un llamado a los jóvenes a prepararse para mejorar sus condiciones de vida y a fortalecer la familia, institución que le asegura finales momentos de protección y sosiego. Recordar el pensamiento de Franz Kafka: “La felicidad suprime la vejez”.

Le agregamos: la peor vejez es la del espíritu y de la soledad. Actualmente funcionan instituciones que ofrecen atención a los adultos mayores no afiliados al IESS donde se organizan paseos y actividades recreativas. Ricardo Yacub, doctor en psicología, propone cursos prejubilación como opción, “por enseñar y acompañar al sujeto sobre los cambios que se producirán con la jubilación, así como conocer más las alternativas con que cuenta”.

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