Cualquier atormentado por sus propios fantasmas pretende pasar por “perseguido político”. Tal el caso del editor general del diario condenado e inmerecidamente perdonado, dedicado a la perversa tarea, él sí, de perseguir cual sabueso envenenado a personeros clave del Gobierno y a sus familias, con la proterva intención de intimidarlos con una terrible campaña de desprestigio a dos páginas y a full color.
Antes bastaba un editorial “bien puesto” para que el gobernante de turno se allane a los caprichos del “primer poder de Estado”, como solían llamarse ciertos plumíferos chantajistas, cuyos herederos han seguido sus pasos en aquello de ejercer un poder ilegítimo y arbitrario y exigir el sometimiento de los gobiernos a sus agendas particulares. Eso se acabó y allí mismo le declararon la guerra al líder de la Revolución Ciudadana por su resistencia a aceptar el tutelaje mediático.
Ahora nos salen con la media mecha de que no confían en los jueces porque dizque son afectos al Gobierno. Lo que pasa es que son escogidos en rígidos procesos de selección y ya no son los testaferros de la partidocracia, que firmaban sentencias hechas en el Cortijo. El tenebroso editor general del diario condenado sabe que no puede ir con sus embustes ante una función judicial renovada que actúa sobre la base de pruebas y no de bravuconadas.
Entonces ha salido al exterior con sus mezquindades y miedos a quejarse ante las ONG aliadas de los empresarios de los medios privados de comunicación que elaboraron la desafiante lista de víctimas a ser “masacradas” con sus escandalosos periodicazos. Que se siente amenazado, se queja, que teme por su familia. ¿Y las familias de quienes han sido despellejadas con sus asquerosas patrañas disfrazadas de investigación periodística? ¿Acaso ellas no tienen derecho a la honra, a la tranquilidad, al buen nombre?
La “plena”, como dice el pueblo, es que ya están sintiendo el aguijón del bajón en circulación y auspicios. Obnubilados en su sed de venganza no repararon que sus mentiras y calumnias, disfrazadas de noticias y opinión, ya no pegan en la gente, que la acusación del presidente Correa ha generado conciencia ciudadana del verdadero papel de la prensa, que ha publicado lo que le ha dado la gana; pero que ha sido desenmascarada de inmediato, en un saludable ejercicio de la verdadera libertad de expresión.
Mientras más atacan con las armas innobles de la politiquería que prostituye la vocación periodística, más se afianza la credibilidad en la gestión del Gobierno que se manifiesta en el creciente y militante apoyo de la gente, enamorada del actual proceso de transformación política, social y económica. Amanecen y anochecen con la idea fija del veneno aleve, persiguiendo la misión imposible de menguar el respaldo a la Revolución Ciudadana. Por ventura, el efecto es contrario, las masas defienden con su respaldo la inmensa obra pública de la cual son sus beneficiarias y siguen la huella del socialismo revolucionario.
