El académico italiano Gianpietro Mazzoleni, se refiere a la política pop cómo un ámbito en donde surgen nuevos escenarios, producto de una representación mediática de la política, la cual no solo hace referencia a la maquinaria informativa, sino también como una actividad cercana a la industria del entretenimiento.
En la actualidad, los medios de comunicación saben que los hechos en torno a la política incrementan su nivel de audiencia. Los políticos por su parte, entienden que el acceso a grandes públicos implica una adaptación a las condiciones del espectáculo mediático, estableciéndose así, un ‘matrimonio’ entre la política y la cultura popular a través de medios como la televisión y las redes sociales, que en los últimos años han calado con fuerza en la opinión pública.
Eso explica las particulares apariciones de autoridades y periodistas, que en los últimos días se han enfocado en desarrollar acciones y discursos con bajo contenido informativo y que buscan llamar la atención de la ciudadanía, sin importar si ello les genera críticas de varios sectores. De esta manera, se produce una banalización de la política y el crecimiento de un periodismo del reality.
El desprestigio que actualmente tienen las instituciones es un fenómeno que se ha expandido a nivel mundial y en donde, la incidencia de los medios de comunicación ha sido determinante. Varios aspectos de la vida política, han sido satanizados de manera poco responsable por el surgimiento de un periodismo sensacionalista, que ha generado en la opinión pública la idea de que la política es un quehacer para personas amorales, ineficientes y propensas a la corrupción.
A pesar de que las nuevas tecnologías y medios de comunicación han permitido contrarrestar la censura y control de ciertos líderes y sistemas autoritarios, no se ha despertado desde este sector el interés de participación en las nuevas generaciones. Ello, en algunos casos, producto de que aquella función crítica del periodismo, se ha reducido al ataque, la distorsión y la superficialidad, priorizando la primicia y el escándalo.
En una cultura donde el principal valor es el espectáculo, la información y el conocimiento han pasado a un segundo plano.
Los medios de comunicación, encargados de ejercer una función fiscalizadora del poder, han sido presa de esa cultura del entretenimiento, en donde se han desencadenado verdaderos escándalos, profundizándose así una actitud indiferente de la ciudadanía hacia temas de interés social.
Es por ello que el manejo oportuno y responsable de la información, será fundamental para generar el involucramiento ciudadano a los distintos ámbitos de la sociedad.
Urge en ese sentido, profundizar los debates en torno a la función que cumplen los medios de comunicación en el Ecuador.
