En la provincia de Los Ríos lo absurdo aflora sin mayor esfuerzo en esta cuarentena. En el periodismo no hay excepción. Para ejemplo la integración del Colegio de Periodistas de mi provincia. Aunque las colegiaturas desde hace más de una década no son determinantes para el ejercicio de una actividad, manifiestan un mensaje claro hacia la colectividad en su compromiso e integración profesional.
Cuando quienes son su presidente y vicepresidente resultan, a la vez, ser empleados municipales de alcaldías socialcristianas, se determina un mensaje claro: ellos sirven a sus patronos, a quienes mes a mes disponen los pagos de sus remuneraciones como funcionarios públicos, y no tanto al periodismo como una profesión con un mayor compromiso social que muchas otras.
Similar contradicción se observa en ciertas radios de Los Ríos. Es el caso de quien ostenta de forma cuestionable la alcaldía de Quevedo. El político de marras cuenta a su haber con tres radios de la ciudad, al emplear a sus propietarios y administradores. Por más que la calidad profesional de quienes laboran en tales radios sea respetable, no pueden irse contra quien mes a mes les paga un sueldo a sus jefes directos.
La cumbre de lo grotesco se refleja en una de estas tres emisoras. La que coquetea con la ilegalidad de forma abierta y que la Arcotel se viene haciendo la ciega con ella. Una frecuencia donde está escondida, a través de fachadas, la propiedad del prófugo Fernando Alvarado Espinel. Frecuencia que debe ser revertida al Estado por contrariar diferentes leyes y que, sin rubor alguno, rompe todos los niveles de respeto al ejercicio del periodismo.
Allí, carente de toda vergüenza, su administrador -un empleado municipal- alinea su propuesta informativa con los intereses de su alcalde socialcristiano; grosería irrefrenable cuando de defender los intereses de su patrón se trata. Eso que no es periodismo, termina resultando un enemigo abierto de la honestidad y que debe ser denunciado, por todos los medios posibles, para terminar con esas prácticas que confunden y tanto daño nos han hecho como sociedad. (O)
