La carrera electoral arrancó oficialmente en el Ecuador. El Consejo Nacional Electoral aprobó en estos días el inicio del periodo electoral para las elecciones seccionales y de integrantes al Consejo de Participación Ciudadana.
El Código de la Democracia establece que se debe declarar el inicio del periodo electoral un año antes de que se celebren los comicios. Esta etapa eleccionaria incluye tres fases: preelectoral, electoral y poselectoral.
En febrero del 2023 los ecuatorianos elegiremos nuevamente prefectos, alcaldes, concejales urbanos y rurales, vocales de juntas parroquiales y a siete integrantes titulares y suplentes del Consejo de Participación Ciudadana. La posesión de las autoridades electas se realizará el 14 de mayo de 2023, según lo establece la Constitución y la Ley.
A las puertas de un nuevo proceso electoral, genera preocupación la falta de partidos y líderes políticos en el país, pues los partidos y sus representantes, los candidatos, son los principales actores de las elecciones. Para llegar a un cargo público, el candidato compite soportado en la estructura de la organización a la que pertenece, a fin de llevar a cabo su campaña electoral y conseguir los votos necesarios que le permitan salir como triunfador.
De lo que se puede ver hasta el momento es que aquellas prácticas en la que individuos pasan a ser candidatos, producto de la decisión de unos pocos caciques que dirigen a su antojo una organización política, se mantienen. En los últimos años, muchos partidos han candidatizado a figuras con una base de popularidad importante, sin tomar en cuenta su preparación para asumir las responsabilidades del cargo al cual se postulan.
Con un nuevo proceso electoral en marcha, los partidos políticos tienen nuevamente la oportunidad de saldar su deuda con el país, proponiendo a sus mejores cuadros. La conformación de escuelas de formación política, la consolidación de figuras jóvenes y la participación de mujeres al interior de los partidos, siguen siendo situaciones que evidencian la falta de interés de las organizaciones en darle la vuelta a la situación política actual.
De no haber una reestrucutación profunda al interior de las diferentes tiendas políticas, la suerte volverá a estar en manos de ciudadanos que negocien de manera poco transparente las listas de quienes conducirán al país en el futuro.
Si los partidos políticos no entienden las necesidades que plantea la sociedad actual, el país habrá perdido otra oportunidad de enrumbar su maltrecha democracia.
