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El Telégrafo

“Para atrapar al ladrón”

02 de agosto de 2012 - 00:00

Fue el título de una célebre película del  director cinematográfico de suspenso Alfred Hitchcock en 1955. Y es famosa no solamente por haber ganado un Oscar y dos nominaciones, sino porque su actriz, Grace Kelly, conoció durante su rodaje en la Costa Azul mediterránea al príncipe Rainiero de Mónaco, su futuro esposo. Y el inigualable y carismático actor Cary Grant encarnaba al ladrón de guante blanco retirado, John Robie, que vivía en la Riviera. Luego de una serie de robos con el sello de Robie, la Policía obviamente sospecha de él.

Encontré mi nombre respaldando a un movimiento político, cuando ingresé en la página que el CNE ha puesto a disposición de los ciudadanos, lo cual nunca lo autoricé ni firmé respaldo alguno. Mi hallazgo es ahora algo masivo y ha levantado una gran protesta e indignación en miles de ecuatorianos. ¿De qué estamos hablando realmente? ¿Es acaso la usurpación arbitraria de la identidad para ilegalmente adherirse (esa es la palabra que usan en mi caso) a algo tan importante como es la afiliación política? Bueno, ya la prensa habla de falsificación de firmas, lo cual es penado con nueve años de reclusión. Pero es un desmán que afectará un proceso electoral que necesariamente debe ser imparcial y democrático. ¡Son elecciones presidenciales, la columna vertebral de la República!

El titular de un diario guayaquileño  dice: “…el Gobierno exige investigación, los partidos niegan haber cometido dolo y el Consejo Nacional Electoral anuncia auditoría”. El Gobierno y el CNE están conscientes de que se ha cometido un crimen y que trampear -en la forma que sea- es moralmente incorrecto. Pero algunos partidos políticos no reconocen  el dolo. Sin embargo, los ciudadanos, igual que con nuestro simpático ratero Robie, sospechamos de los que evidentemente se han beneficiado con esta fechoría y queremos que se atrape al ladrón.

Es posible que las investigaciones culminen señalando a los que cometieron esta transgresión, pero siempre la cruda realidad es que atrapar a los culpables no es lo mismo que castigarlos por su falta. Estos delincuentes son de guante blanco y a pesar de no ser tan agradables como Robie, tengo el presentimiento de que no serán sancionados. Y no solamente ellos, sino aquellos que se han beneficiado con estas falsificaciones y que son cómplices y encubridores.

Sí señores, me refiero a empresas de mercadeo y a los partidos y movimientos políticos inmersos en estas mentiras culposas. Si no son castigados, vamos a pensar que pueden trampear hasta un nivel en el que la conveniencia  electoral les permita mantener una imagen de razonable honestidad, a pesar de ser farsantes. 

El escritor y poeta irlandés  Oscar Wilde escribió: “Moralidad, como el arte, significa dibujar una línea en alguna parte”. La pregunta es: ¿dónde dibujar esa línea? Es verdad, todos hacemos concesiones con los flexibles límites de la ética. Más aún, tratamos de identificar continuamente la línea dónde podemos beneficiarnos de la deshonestidad sin dañar nuestra propia imagen.

Pero el modelo deontológico nos muestra que hay principios y valores que no son negociables. Y fervorosamente  creo que la pulcritud de las elecciones es algo que no es negociable para los ecuatorianos y para la patria. Ya denuncié mi caso  a la Fiscalía y en el CNE. Espero que la ley se aplique con justicia.

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