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El Telégrafo
Christoph Strack

Francisco en la cuna del islam

07 de febrero de 2019 - 00:00

Un viaje como provocación. En tiempos en que el populismo florece, en los que se erigen muros y el odio está por doquier, en el que se persigue y reprime por razones religiosas, la visita del papa Francisco a Abu Dhabi, la primera de un líder católico a la península arábiga, aparece como una contratesis.

Un viaje papal es siempre una puesta en escena. ¿Y qué escena es más simbólica que aquella en la que el gran imán, el jeque y el Papa van caminando juntos? Ambos firmaron una declaración conjunta donde rechazan la violencia y el terrorismo, hacen un llamado al desarrollo y la justicia y reafirman los derechos de las mujeres y los niños. Algunos de esos aspectos pueden leerse como un recordatorio para los Emiratos Árabes Unidos, el país anfitrión, que en asuntos de derechos humanos y libertad de culto tiene mucho por avanzar.

Pero el “documento sobre la hermandad entre las personas para la paz mundial y la convivencia” es un mensaje a la humanidad, a la comunidad internacional. E incluso, aunque solo estos dos representantes religiosos lo hayan firmado, supone un punto de no retorno.

Por eso, este viaje de Francisco es quizás el más importante hasta ahora. Uno que tiene un significado histórico que lo convierte en un hito. Y para llegar a este momento se tomó un largo recorrido que pasó por Tierra Santa, Turquía, la República Centroafricana, Azerbaiyán, Egipto, Myanmar y Bangladesh. Francisco se reunió por quinta vez con el gran imán de Al-Azhar, Ahmed al-Tayyeb. Será interesante ver si el egipcio puede leer este mismo documento en casa, en voz alta. Podría meterse en problemas por ello.

Durante la “conferencia interreligiosa” y también durante la misa en Abu Dhabi, el Papa habló sobre san Francisco y su mensaje sobre cómo sus hermanos deberían encontrarse con los sarracenos y los no cristianos. Si nos atenemos a los criterios políticos, podríamos decir que la claridad del discurso de Francisco fue poco diplomática. En los criterios de este viaje, podríamos decir que fue coherente.

Las cosas no mejorarán solo con este discurso y esa claridad. Seguirá habiendo extremistas, asesinatos y cristianos perseguidos por sus creencias. Pero ambas partes no podrán hacerse las ciegas tras la declaración de Abu Dhabi. (O)

* Tomado de DW

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