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El Telégrafo

Pachamama y religión

09 de septiembre de 2012 - 00:00

La Pachamama tiene también connotaciones religiosas.   Pertenece al mundo de la religiosidad pagana, como explica Marco Carrión (“Religión de la tierra”, Revista Cabeza de Gallo, Universidad de Cuenca, Nº 19, 2010), en donde “la deidad más venerada no era un dios, sino una diosa, la Madre Tierra (la Pachamama del paganismo inca), Gaia en griego. 

En la mayor expansión de su identidad es la Madre Naturaleza y todo lo existente.   Los seres y dioses son sus hijos.   La religiosidad griega y romana, como el paganismo precristiano, ajeno al poder de aquellas, y la ancestral nativa americana, eran politeístas.  

Aquí se veneraba a la Tierra, el Sol, la Luna, las Montañas”.   Las diversas “culturas” como usos, costumbres, conocimientos, creencias, creaciones, interpretaciones, relaciones de dominio y subyugación, lengua, reconocieron en su mundo grupal subjetivo tanto la individualidad del “alma” como, en el dominio social, el “espíritu humano” o “espiritualidad” subjetiva general.  

Alma, cultura, espiritualidad, son los tres dominios de la subjetividad, el primero, individual; el segundo, comunitario; el tercero, social; pero no como entidades de religiosidad metafísica, pues tales deidades, para la opinión de muchos, son creadas por la naturaleza humana.   En la historia la institucionalidad religiosa, particularmente monoteísta, ha tenido un rol hegemónico y restrictivo sobre la humanidad, como puntualizan Sam Harris, Christopher Hitchens, Michel Onfray y Richard Dawkins.  

Este último asegura que “el concepto de pecado es la peor miseria humana”, y críticas similares hacen las religiones paganas modernas, como la WICA, con seguidores en Europa y EUA, que veneran a la naturaleza, no tienen institucionalidad central, propician la vida sexual plena sin prejuicios (“vida privada”) y piden no hacer daño.

John Bellamy Foster, en “La ecología de Marx, materialismo y naturaleza” (España, El Viejo Topo, 2000), asegura que es “fundamental en la visión de Epicuro, tal como la presenta Lucrecio, que la vida nació de la tierra, y no descendió de los cielos (ni fue resultado de la creación de los dioses). (…) La tierra misma merecía el nombre de madre.

(…). La opinión de Epicuro era que una comprensión de la naturaleza y de sus leyes, es decir, el progreso de la ciencia, dispersaría el terror que causaba la religión”.   De todos modos, la religiosidad de la Pachamama no está regida por ninguna institucionalidad y, por ende, no está ligada a ninguna dominación o hegemonía.

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