Con la definición del panorama político-electoral y el fracaso del candidato presidencial único de la oposición, los medios de comunicación “independientes”, sus empleados, incluidos periodistas y columnistas, ensayan otras estrategias encaminadas a debilitar el liderazgo de Rafael Correa Delgado y a disminuirle el resplandor de su victoria electoral de febrero de 2013.
Reconocen, a manera de pretexto, que la dispersión de candidatos a la Presidencia, la falta de ideologías, el personalismo y el afán de supervivencia partidista, facilitaron el fortalecimiento de Alianza PAIS. Aceptan avergonzados y hasta irónicamente que el difuso escenario electoral con candidatos de dudosa capacidad intelectual y de solvencia ética ilumina la candidatura del líder de la Revolución Ciudadana y la de sus aliados, a tal límite que analistas de la oposición vaticinan el triunfo del Mandatario en la primera vuelta electoral.
Sin soslayar las agresiones permanentes contra el régimen, abierto de par en par el telón de la cancha electoral, la prensa “independiente”, con todo su poder mediático, asume la jefatura de la campaña de la oposición dispersa, sin opción presidencial, pero decidida a utilizar artimañas y mañoserías en su desesperación por llegar a la Asamblea Constituyente, última instancia para intentar recuperar espacios en protección de sus mezquinos intereses. Ya comenzaron a asomarse, agazapados, articulistas, con su tono agresivo para fastidiar al régimen y culparlo de los errores humanos y males que aquejaron a la República y que otros gobiernos nada invirtieron para buscarles una oportuna solución.
Los candidatos de Alianza PAIS exhiben la vasta obra social del régimen y explican la ampliación del programa de gobierno, como credencial de su participación en el nuevo desafío electoral. Y principalmente sometidos al código de ética interno, que exige trabajo y lealtad. Se terminaron los desertores y traidores que avergüenzan a la agrupación política y ofenden a la patria.
Alianza PAIS no necesita propaganda. A la vista se destacan obras de un Ecuador que cambia y se transforma de acuerdo con los postulados del Socialismo Siglo XXI. Se lucha contra la pobreza, el desempleo, se erigen hospitales, se construyen carreteras, se avanza por la excelencia de la educación en sus tres niveles y tantos programas, en procura de consagrar “el País del Buen Vivir para todos los ciudadanos, mujeres y hombres”.
