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El Telégrafo

Nuevos bachilleratos y cambio del sistema de promoción (1)

17 de septiembre de 2011

Se ha iniciado con el período lectivo de Sierra y la región Oriental una muy importante reforma educativa en el bachillerato. Lo que más destaca son los sólidos troncos comunes en los bachilleratos en ciencias, técnico-productivos y artísticos. Se elevan los niveles y unifican las formaciones de cultura general y científica, y por vez primera en la historia se introduce una cantidad de horas de materias electivas, que cada centro educativo puede y desee implementar, de acuerdo a opciones correspondientes de la propuesta institucional. Es una reforma necesaria desde hace décadas, producto de la última revolución científico-técnica que cada día se hace más compleja, interconectada y dinámica. Quedan suprimidas las especializaciones en físico-matemáticas, químico-biológicas y sociales. Pasan a integrarse en un solo bachillerato en ciencias, convirtiéndose en mucho más difícil, porque se tiene que estudiar en común matemáticas, física, química, biología, filosofía y más.

Hasta el año anterior, los estudiantes podían evitar las materias que creían que no tenían aptitudes y/o no le gustaban. Ahora no se puede, y me parece muy bien, porque se necesita una adecuada formación que permita enfrentar el futuro.

Sin embargo, si se mantiene el espíritu y forma del actual sistema de promoción (anacrónico desde hace más de medio siglo), va a aumentar extraordinariamente el porcentaje de desertores y perdedores de año. Puede llegar a ser una verdadera masacre académica.

El actual sistema de promoción no respeta el concepto de diferencias individuales, aceptadas desde comienzos del siglo veinte. Wallon en 1945 ya decía: “Debe estudiarse hasta el límite de sus aptitudes”. Desde Gardner en 1985 se aceptan las inteligencias múltiples y discapacidades específicas, que reconocen la existencia de malos rendimientos en determinadas áreas, y logros buenos, muy buenos y extraordinarios, en otras.

Se debe armar una propuesta. Generar excelencia sin promover frustración y pérdida de nuestro más importante recurso. Un camino sería aumentar la exigencia por materia y acoger el concepto de promoción por promedio. Mis aptitudes superiores deben tener derecho a sopesar mis debilidades. Debe considerarse, en las materias de las menciones electivas especializadas de los bachilleratos,  que el rendimiento promedio suba a un mínimo de 14, mucho más que lo actual (11,25). Esto solo puede generar mediocridad.

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