Nos faltan 3 y los queremos devuelta ya, son las demandas de familiares, colegas, amigos y todo un país que exigimos el retorno de Efraín, Paúl y Javier, secuestrados por el terrorismo en la frontera colombo ecuatoriana el 26 de marzo.
Pero no son tres, son más. Somos todos los ecuatorianos. El crimen transnacional del narcotráfico agredió a una nación entera y desnudó las debilidades políticas de un Estado que históricamente marginó la atención en las fronteras.
Hay una crisis impuesta recientemente por los gobiernos bolivarianos a la institucionalidad militar. Durante la última década se impuso un nuevo proyecto político que debilitó a las fuerzas armadas con el pretexto ideológico de acabar con la defensa de los intereses de la oligarquía. Debilitar a la fuerza pública era uno de los pasos para disminuir a los adversarios ideológicos, derrotar a la derecha, disolver el Estado burgués y acabar con las clases sociales, dicen los foristas de Sao Paulo. Entonces se inició un proceso de desprofesionalización de las Fuerzas Armadas, de desabastecimientos de sus provisiones logísticas y de desincentivo en la carrera militar y a eso le llamaron ciudadanización, la que acompañaron con un intento de ideologización, como en Venezuela.
Aunque el daño técnico estaba hecho, fracasó el intento de inocular el socialismo chavista en Ecuador. Nombraron irresponsablemente a ministros sin ninguna formación en seguridad transnacional y los pusieron a dar órdenes en una estructura profesional, técnica y jerarquizada que jamás entendieron.
Hoy se nota la necesidad de tener militares de carrera, resolviendo los problemas que otros dejaron por sus prejuicios ideológicos. Se necesita con urgencia de negociadores experimentados, de especialistas en manejo de crisis y estrategia militar. Necesitamos a profesionales decentes, no los improvisados de “la mesa servida”. (O)
