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El Telégrafo

No sean ingenuos

26 de abril de 2012 - 00:00

Nuestro régimen democrático, por expreso mandato constitucional, se gobierna a través de la voluntad de las mayorías. La oposición está garantizada para cumplir su papel de tal; pero no aspire a gobernar desde aquellas minorías que dilapidaron la confianza ciudadana con su insaciable gula por acumular poder y riqueza. Entendemos que la partidocracia, instalada cómodamente para dominar por mil años, busque recuperar el viejo país de sus privilegios; pero lo inaudito es que la primera y más amplia mayoría legislativa, como la de PAIS, caiga en la trampa de los reaccionarios, sumando sus votos para tantos adefesios llamados “exhortos”, con los que la oposición mañosamente pretende atar al Ejecutivo, con falsas expectativas para ciertas agendas gremiales y corporativas que con el exhorto en mano salen airadamente a reclamar por medio de la prensa “libre e independiente”, como si se tratara de derechos adquiridos, “perversamente” negados por el Gobierno.

Igual hicieron con las reformas a la Ley Orgánica de la Función Legislativa, dando votos a los opositores con el sofisma de que era necesario radicalizar la fiscalización, dizque para evitar la corrupción, como si la Asamblea fuera Fiscalía o Tribunal Penal. Cayeron en la trampa del escándalo preelectoral de tanto oportunista que busca entrar en la puja de quien llama a juicio político a más ministros y secretarios, después de haberlos hecho comparecer por semanas enteras y solicitado montañas de documentos que le cuesta al fisco, para que nadie los hojee siquiera. Pura maniobra para trabar, entorpecer y dificultar la marcha de la Revolución Ciudadana.

A ello se han prestado, “sin querer queriendo”, los chicos de la 35. Y cuando el Presidente, en el legítimo ejercicio de sus facultades constitucionales, veta el “mamotreto”, digo el proyecto de reforma, apelan a un falso espíritu de cuerpo para que adhieran los oficialistas por la grave “ofensa” a la Asamblea. Ni tal que se ha ofrecido. Dejen de mandar exhortos alharaquientos, o de aprobar proyectos que solo buscan escandalizar con el cuento de la fiscalización. Y cuando el Presidente, hastiado de los pedigüeños, les manda una cartita, hasta el “Corcho” se siente ruborizado, confundiendo la verdad con la descortesía, en medio de un fuerte coro mediático de los hipócritas que saludan con fervor el asomo, por fin, de la añorada “pugna de poderes”.

Nada que ver. Los asambleístas de PAIS deben justificar el origen de su elección, identificando y separando el grano de la paja, para que los audaces marrulleros no les vean la cara de “tontos útiles”. Y si piensan en la reelección, esa no es la forma de lograrlo, más bien están creando desconfianza en las bases y en los órganos de decisión política. La consecuencia ideológica es una piel adherida a la conducta diaria para distinguir con lucidez entre la vulgar politiquería de los vocingleros de la difunta partidocracia y su responsabilidad para la consolidación de la Revolución Ciudadana a la ecuatoriana.

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