La derecha política y los reaccionarios sin bandera se resisten a perder espacio en Latinoamérica, que por el despertar de los pueblos ya transita veloz hacia su liberación definitiva. La oligarquía, los entrometidos estadounidenses, los mercenarios, los politicastros y el poder mediático, con todos sus recursos y artimañas, pretenden detener el proceso de cambio, en algunos casos, y en otros, derrocar a los gobiernos que entraron a la era del socialismo.
En Honduras, la Corte Suprema y el Congreso, en audaz contubernio con el poder económico, destituyeron al presidente Manuel Zelaya. Recientemente en Paraguay, el Congreso y el Senado, dominado por la derecha política al servicio de los terratenientes, en amañado juicio y en flagrante golpe de Estado, despojaron de la Presidencia a Fernando Lugo. Ecuador vivió ya un ensayo golpista, el histórico 30 de septiembre.
Sin pérdida de tiempo sectores populares organizados y legiones de militares salieron a las calles a defender la democracia y el orden constituido: mientras los conspiradores se escondieron y, desde lejos, ocultos, observaban el desarrollo de los sucesos. El nefasto hecho reveló que para los sediciosos, como carecen de líderes, la prensa “independiente” se convirtió en el eje de la insurrección.
En nuestro país no se descarta otro intento golpista. Se extinguieron grupos y partidos con el advenimiento de la Revolución Ciudadana, pero sobreviven algunos y se crearon otros, en la desesperación por rescatar privilegios del sistema neoliberal. Se está viviendo un proceso de cambio y se entra en el escenario electoral. La oposición, incluidos ambiciosos, desorientados y traidores, fracasó en su pretensión de consolidar su “pluriizquierda” y ahora, los mismos de siempre, insisten en constituir un “centro pluralista” para participar en las próximas elecciones. Los reaccionarios, conociendo que no habrá candidato presidencial único de la oposición, como última opción, pretenderán captar mayoría en la Asamblea para convertirla en centro de conspiración e intentar acciones golpistas.
El pueblo ya aprendió a identificar a sus enemigos, pero es urgente convocar a la movilización de las fuerzas populares para defender la construcción del Socialismo Siglo XXI. La próxima lid electoral es histórica. Rafael Correa es invencible por su gran obra social, pero es indispensable consolidar la mayoría en la Asamblea con hombres y mujeres convencidos de su misión e inclaudicables. Solo la fortaleza del pueblo organizado cerrará el paso a los golpistas y garantizará el imperio de la paz y la democracia.
