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El Telégrafo
José Vales

No es una cuestión de género

07 de junio de 2019 - 00:00

Aun cuando la mujer consumió buena parte de la historia moderna en llegar a ocupar lugares de privilegio en los gobiernos y, mucho más en la cima del poder, hay sobradas muestras de que en los arrabales de la política no se trata de una cuestión de género.

Desde Rosa de Luxemburgo hasta la alemana Ángela Merkel, pasando por la española Dolores Ibarruri (la “Pasionaria”),  la india Indira Gandhi o la británica Margaret Thatcher, la mujer en el poder gozó de suerte diversa. No podemos olvidarnos de las más cercanas Michelle Bachelet, en Chile; Dilma Rousseff, en Brasil; y Cristina Fernández, en Argentina, que representan las últimas representaciones femeninas en el poder sudamericano.

Pero estamos en Berlín, por estos días, y aquí se huele la debilidad de la Gran Coalición, tras la renuncia de Andrea Nahles, líder del socialdemócrata Partido Social Democrático (SPD), luego del frustrante resultado en las elecciones europeas recientes.

Mientras, lo más conservador de los demócratas cristianos (CDU el partido de Merkel), apuestan a que el gobierno no pasa de fin de año, cuando tiene mandato hasta 2021. Merkel se propone “continuar juntos (al SPD) con seriedad y gran sentido de la responsabilidad”.

La otra cara de Merkel es la todavía primer ministra británica Theresa May, quien demostró a lo largo de estos tres años que 10, Downing Street (sede del primer ministro), le quedó muy grande. No por culpa de su soltería, sino porque no dio la talla del cargo que ocupará por unas horas más, y desde 2016.

Nunca supo capitalizar el referéndum por el Brexit, fracasó en cada uno de los intentos para que el parlamento reglamente y apruebe la salida de la Unión Europea (UE) y ahora, cuando le faltan dos años de gobierno, se va con más pena que gloria. No son pocos los contribuyentes británicos que la juzgan, poco afecta al trabajo y sin talento para los acuerdos en el parlamento.

Una nueva, y palpable, muestra de que en la política no alcanza con tener corazón de madre u ojos de hermana. La cosa no pasa por una cuestión de género, sino por el conocimiento y el talento, cualidades en retroceso como los polos, para desarrollarse en ese arte que es la política. (O)

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