Los seres humanos necesitamos de la historia para dar sentido a lo que sucede en el mundo sobre la base de contar o inventar historias. En las pasadas tres o cuatro décadas, en mi generación construimos una muy simple y atractiva historia que se transformó casi en una leyenda que decía: en el mundo la economía se ha globalizado, la política se ha liberalizado y la combinación de estos sucesos creará el paraíso terrenal. Por eso, solo necesitamos continuar globalizando la economía y liberalizando el sistema político para que todo sea maravilloso. Pero llegamos al año 2016 y por alguna misteriosa razón, una gran parte de la población mundial, incluyendo al mundo occidental, dejó de creer en esta historia, lo cual provocó que la gente ya no entendiera ni diera sentido a lo que estaba sucediendo en el mundo.
Los estudiosos nos dicen que estamos en el mejor período de la humanidad. Por primera vez en las sociedades desarrolladas (y todos pretendemos ser algo desarrollados) más gente se muere por comer mucho que por inanición; la obesidad es uno de los problemas mórbidos más importantes aún en nuestra sociedad; más gente se muere de vieja que por enfermedades infecciosas. Y no me van a creer, pero más personas se suicidan de las que son asesinadas por criminales o terroristas. Parecería que, en los tiempos actuales, nosotros mismos somos nuestro peor enemigo. No hay duda de que antes había más hambre, enfermedad y violencia.
El viejo modelo político de la izquierda marxista versus la derecha capitalista es muy irrelevante. La división real está entre lo global y lo nacional. Y el gran conflicto es el adherirse a la globalización o apelar al nacionalismo. Probablemente necesitamos nuevos modelos políticos y una forma completamente nueva de concebir la política. Podemos asumir que ahora tenemos una ecología y economía globalizadas, pero practicamos una política nacional que no se lleva bien con las anteriores. Esto hace que nuestro sistema político sea ineficiente, pues no tiene ningún control sobre las fuerzas que realmente dan forma a nuestras vidas modernas.
Para nivelar esta situación solamente tenemos dos alternativas: o desglobalizamos la economía regresando a una economía nacional (lo cual hemos tratado infructuosamente, remando contra la corriente mundial) o globalizamos nuestro sistema político (que hoy luce como muy difícil lograrlo). (O)
