Hasta qué punto estamos subrepresentadas las mujeres? Virginia Woolf utilizó un seudónimo de hombre en ámbitos literarios del siglo XIX y buscó una serie de argucias para mantenerse avante. Hoy, Mónica Mancero, politóloga, académica de temperamento fuerte y visionaria. Carla Maldonado, jefe-editora política del diario EL TELÉGRAFO, disciplinada y empática.
Por otro lado, Luz Bravo, jurista; Belén Muñoz, directora. La primera, accionista de un bufete de abogados y madre cabeza de hogar; la segunda, CEO de Women and Women-Ecuador, madre de dos hijos. Verónica Montúfar, directiva de la International Service Public Ecuador, ligada al trabajo de los grupos sindicales a nivel internacional. Se desenvuelven en ámbitos con alta competitividad laboral.
Al respecto, en el blog español Europa Press, se expresa: “Pese a la presencia de mujeres en cargos directivos, existen factores que pueden limitar el ascenso laboral al tener que enfrentarse al techo de cristal”. El lenguaje sexista que las invisibiliza, la subrepresentación en relación con los varones, la confianza que tienen las empresas cuando prefieren contratar un hombre para un cargo más alto y formas simbólicas que desestiman el valor de dichas mujeres son, entre otras, las principales causas.
Se necesitan entidades que practiquen políticas de igualdad de género. Según ONU Mujeres, cuando una mujer es líder en una empresa, el posicionamiento mejora hasta 55%. Para la consultora Deloitte, “aquellas empresas que consideren la equidad como una ventaja estratégica, podrán consolidar sus posiciones de liderazgo”. No obstante, la búsqueda de armonía entre el trabajo remunerado y el hogar, según 53% de mujeres encuestadas en Quito, limita el desarrollo profesional.
En consecuencia, algunas de las mujeres que he nombrado pueden estar un tanto invisibilizadas, pero es preciso rescatar lo valioso de su ser profesionales, compañeras, generadoras de vida, perseverantes y con alto sentido común. (O)
