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El Telégrafo
Felipe Rodríguez

¡Muerte a los italianos!

26 de octubre de 2020 - 00:00

Leonidas. Me dirijo a ti por cuanto vi cómo tu grupo de salteadores regresaron a Quito a ejecutar lo que al parecer es su especialidad: vilipendiar desde lo risible.

Estos eventos me han obligado a escribirte para pedir que me permitas unirme a tus bandoleros, para ayudarnos mutuamente a que la venganza contra el pasado sea completa.

Para empezar, la pobre Isabel La Católica no es el origen del mal. El origen del mal son los italianos. En serio te digo.

¿Sabías que Augusto, el emperador romano, conquistó definitivamente Hispania en el siglo VIII a.C.? Y no sólo la conquistó, sino que como parte del botín violaron a mis antepasados ibéricos, se robaron su oro y pasaron por las armas a los hombres en edad de procrear. Sí, en realidad los españoles son las víctimas. Por ello te propongo hacer foccacia con sus gnocchis. Sí, ¡qué corra la salsa napolitana por las calles!

¿No? ¿Me equivoco? Tienes razón. Los cartagineses llegaron primero. Si no me falla la memoria, fue Amílcar Barca (el taita de Aníbal) el que cruzó los Pilares de Hércules para fundar Cartago Nova. En esos meses violaron salvajemente a mis antepasados y los esclavizaron. Por eso te propongo: ¡dinamitemos todos los locales de shawarma y que corra la salsa de ajo por las calles! ¡Vamos a darles un par de patadas en los falafels! Y así de una vez nos vengamos de los 8 siglos que se quedaron los moros en España.

¿Me equivoco otra vez? Tienes razón. Lo peor fue cuando los visigodos se apoderaron de la tierra de Isabel La Católica. Esos germanos trajeron la barbarie y el oscurantismo a la linda Iberia. ¡Te propongo que apedreemos el consulado alemán y les cortemos las salchichas! ¡Muerte a la Bratwurst!

¡Tienes razón! ¿Cómo olvidarnos de la conquista de Napoleón y del nefasto reinado de Pepe Botellas, que tanto humilló la gallardía española? ¡Cuántos muertos! ¡Cuánta sangre! ¡Tenemos que vengarnos! ¡Vamos a patearles donde más les duele! En las ancas de rana.

Mira Leonidas, ¿ves lo ridículo que suena todo esto? Si hasta el título de esta columna da ternura. Así de enternecedor luces cuando quieres derribar una estatua. Te cuento un secretito: esa Isabelita es de hierro, no de aycha. A la historia no se la borra, se la supera.

Ojalá algún día los colegios cambien el discurso y, en lugar de decir que “ellos llegaron a conquistarnos”, cuenten que nuestros antepasados conquistaron a nuestros otros antepasados. Quizá, cambiando la narrativa derrotista, cosechemos mañana menos acomplejados. (O)

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