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El Telégrafo
Ximena Ortiz Crespo

Micromachismos

09 de octubre de 2021 - 00:29

Los varones en situaciones de trabajo hacen comentarios supuestamente inocentes sobre las mujeres. Ellos dicen que los hacen sin intención de molestar a las féminas, pero terminan agrediéndolas y causándoles malestar. Comentarios como “¡qué guapa estás hoy” o “deberías estar sonreída todo el tiempo” son maneras de encasillarlas poniéndolas en situación de objeto. La autora feminista Kate Millet afirma: “Una cultura que permite que los hombres comenten en voz alta sobre la apariencia de las mujeres es una cultura machista, ya que concibe los cuerpos de las mujeres como propiedad pública, sobre la cual todo hombre tiene derecho de opinar”.

Las mujeres en el trabajo deben enfrentar cotidianamente múltiples comentarios masculinos. Existe naturalización en las palabras de los hombres que comentan sobre el rol de la mujer y su apariencia, y las mujeres no dejan de sentirse incómodas e intimidadas. Un efecto parecido es el que experimentan cuando, al acercarse a un grupo de varones, todos se callan. Los hombres que lanzan palabras impertinentes –llamadas microagresiones o micromachismos por los estudiosos– lo hacen desde una posición de poder y autoridad. Estos ataques tienen su origen en el menosprecio, y se convierten en un arma de acoso que con frecuencia se esgrime entre iguales, en relaciones que son simétricas en términos profesionales, pero son ejercidos jerárquicamente, como si las mujeres valiéramos menos.

Las profesionales en la oficina evitan tomar en cuenta los comentarios masculinos poniendo oídos sordos. Cuando les dicen –en una situación de trabajo en la que la mayoría de sus compañeros son varones–: “Usted, que es mujercita, encárguese todos los días del café...”, o “mi reinita”, “mijita”, “bonita”, les resulta insultante. Con frecuencia, las mujeres tienen igual educación y experiencia que los que se dirigen a ellas en esos términos.

Los comentarios masculinos no deseados provocan efectos de incomodidad en las mujeres de tal manera que ellas deciden modificar sus comportamientos: se abstienen de frecuentar lugares en donde puedan encontrarse con grupos de hombres, actúan a la defensiva, prefieren la compañía de las mujeres y hasta modifican su vestimenta. Las mujeres reportan estrés y agotamiento. Los estudios del impacto de comportamientos poco respetuosos en el lugar de trabajo señalan que las mujeres los internalizan como degradantes, lo que les provoca menor satisfacción y compromiso laboral, pues sienten que están en un ambiente que las agrede.

“El acoso verbal es un fenómeno que afecta a casi todas las mujeres, que socava los esfuerzos de ellas por ser tomadas en serio, que resulta ser un mortero casi invisible para ayudar a mantener las barreras sociales contra el adelanto de la mujer que no puede considerarse trivial. Si nos preocupamos por la justicia, por utilizar al máximo los talentos de las mujeres y aprovechar al máximo nuestros recursos humanos, no podemos disculpar, ignorar o barrer debajo de la alfombra este acoso”, dice la Dra. Hilary Lips del Centro de Estudios de Género de la Universidad de Radford en su ensayo “How men’s words affects women in the workplace” (Cómo las palabras de los hombres afectan a las mujeres en el lugar de trabajo), publicado en la revista Forbes.

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