Ciertamente la campaña de la Secom ‘La ciudadanía le habla a los medios’ provocó una serie de comentarios y reflexiones. Un debate que, dados los elevados niveles de confrontación que hay en nuestro país, es poco frecuente. Cordicom solicitó a Secom la suspensión inmediata de la cadena, ya que atentaba contra la Constitución y la propia Ley de Comunicación. Y la Secom pidió disculpas, aunque el presidente Correa aseguró que la campaña era legítima. Al final, se retiró la campaña después de la negativa de Ecuavisa de ponerla al aire, ya que se ‘ofendía’ directamente a Alfonso Espinosa de los Monteros, uno de sus íconos de pantalla.
No se trata de no hacer política. De hecho, los periodistas y presentadores de noticias y quienes escribimos en los medios impresos tienen (tenemos) una militancia ideológica y es absolutamente legítima. Lo grave es que todos, periodistas y presentadores de medios privados, se declaran independientes, objetivos e imparciales, lo cual es falso. Deben asumir públicamene su condición política y así el debate sería abierto, franco y, lo que es más, útil. No podemos seguir disfrazados simulando una condición de independencia que en el día a día no existe.
Casi al mismo tiempo, la Supercom presentó los resultados de una investigación de contenido de los medios nacionales y regionales, en los que se determina que, en televisión, solo el 5% del contenido de los medios corresponde a espacios educativos y culturales, mientras el de ‘entretenimiento’ llega al 59%. Resultados demasiado pobres, luego de un año de vigencia de la Ley de Comunicación y que, sin duda, nos revelan la pobreza de contenidos de nuestra televisión.
Este estudio cuantitativo se realizó en 31 medios de comunicación con mayor sintonía y lectoría. Los resultados ponen en evidencia lo que, cada día, los televidentes ya lo perciben y lo sufren: escasez de programas de calidad y reproducción incesante de los denominados programas de farándula y de humor. Los esquemas son siempre los mismos: todos giran alrededor del chisme, en muchos casos sin ningún filtro ni control. Y musicales con casi nula creatividad y todos cortados por la misma tijera del facilismo.
Los programas de humor, como ya hemos dicho antes, reproductores de estereotipos, roles y sketchs discriminatorios, son la evidencia de una mala televisión. Ausencia casi total de nuevas alternativas válidas para que el televidente pueda optar por un programa diferente, creativo, que aporte al debate y la reflexión. Quizá la excepción sea ‘Visión 360’, de Ecuavisa. El resto, incluido Ecuador TV, aún está muy lejos de responder a las demandas de los televidentes.
La investigación nos deja algunas cifras para la reflexión: existe en la programación televisiva diaria un 31% de expresiones sexistas, un 13% de contenidos violentos y un 5% de expresiones discriminatorias. Este es el reto, eliminar de nuestras pantallas estos porcentajes y generar una programación de calidad, creativa, cuestionadora y atractiva.
