Ecuador, 29 de Abril de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Oswaldo Ávila Figueroa, ex docente universitario

Maestros olvidados y el nuevo desafío

12 de abril de 2014 - 00:00

El 13 de abril, fecha del natalicio de Juan Montalvo, rige como el día consagrado a evocar el aporte del maestro ecuatoriano en el desarrollo del país, y es oportuno, en la era crucial del cambio, diferenciar entre los auténticos apóstoles de esa actividad profesional y otros que engañaron, impunemente, a niños y jóvenes en época pretérita. El maestro es el eje de todo el sistema educativo y para su eficiente desempeño requiere demostrar honradez, capacidad, amor al prójimo, sentido vocacional, mística de trabajo y convencimiento de que su obra ayuda a proteger y salvar vidas humanas.

En las reseñas históricas o notas periodísticas, sucintas y quizás por falta de espacio, se posterga e ignora a maestros que enaltecieron su misión y destacan a otros, por el mérito de haber ejercido algún cargo de relevancia en el sector educativo, a veces por amistad o compromiso político. Similitudes con sus mínimas diferencias se observan en el comportamiento conductual de los docentes en escuelas, colegios y facultades universitarias; altruistas y abnegados, de una parte, y de otro costado, equivocados y mediocres. Ya vivimos nueva etapa y tras la jubilación masiva se ha entrado a la formación del maestro del siglo XXI, decidido a contribuir en la gran obra de este Gobierno, hacer de Ecuador un país próspero, solidario, de paz y libre de extrema pobreza.

Ingresé como profesor al Colegio Experimental Eloy Alfaro, un año después de su fundación en 1961, y permanecí 49 años. Aprovecho la fecha para una breve narración histórica de esta institución educativa con la finalidad de rememorar a grandes maestros olvidados.

Al Dr. Francisco Rovira Suárez, rector–fundador, maestro y médico consagrado, le correspondió organizar el plantel en medio del pantano y la penuria. Al siguiente año lo reemplazó el Lcdo. Jorge Fernández Córdova. Ambos educadores de valía, de fugaz presencia en el plantel. Armaron el esquema de lo que hoy es el colegio Alfaro. Desde abril de 1962 hasta agosto de 1976 ejerció el rectorado el Lcdo. Gerardo Guevara Wolf, quien con su dinamismo imprimió un eficiente trabajo académico y administrativo. Deploró la corrupción e hizo de la honradez un altar. Destacan también Nicolás Escandón Astudillo, maestro de formación, severo en la enseñanza, justo y generoso con los jóvenes desamparados; José Antonio Gallegos, autor del escudo del colegio; Ricardo Sánchez Barón, rector propulsor de los modernos edificios de la institución; Dr. Ignacio Jorvín Manzo, vicerrector; y el sicólogo clínico Justo Alejandro, integrantes de la Comisión de Experimentación, cumplieron fructífera tarea que permitió mantener el prestigio del plantel. Merece especial capítulo la incorporación de la mujer a la docencia alfarina. Hoy la mayoría de las maestros de ese plantel se acogió a la jubilación voluntaria y obligatoria, con la satisfacción de haber cumplido a cabalidad sus elevados propósitos. Hoy, en otros tiempos, con la vigencia de leyes orgánicas de educación intercultural y superior, se superan graves defectos que obstruían los fines de la educación: moldear la conducta, inculcar valores con ejemplo y preparar profesionales de acuerdo con los necesidades del país. A la luz pública se aprecia la transformación del sistema educativo en sus tres niveles. El nuevo desafío: preparar para la creatividad y la investigación como camino hasta encontrar con nuestros propios medios y recursos la prosperidad del Ecuador y sus habitantes.

El maestro de verdad se complace en servir a los demás, sin esperar publicidad ni recompensa. Una educación de excelencia contribuye a transformar al Ecuador. La Revolución Ciudadana asume el enfrentamiento con el futuro.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media