Apoco del fatídico 30 de Septiembre, al negar el intento de golpe de Estado, la dirigente indígena Lourdes Tibán negó también la tentativa de asesinato del presidente Rafael Correa y agregó, con ese lenguaje suyo tan florido, que si él  hubiese muerto, habría sido “por cojudo”.

La frase corrió rápidamente por las redes sociales, y los grandes medios convirtieron a su autora en una especie de “miss oposición”, con lluvia de entrevistas y fotos full color. En todo caso, hace unos días un tribunal penal condenó al coronel de Policía Rolando Tapia, jefe de la Escolta Legislativa, a ocho años de prisión por atentado contra la seguridad del Estado al haber impedido en la fecha la reunión de la Asamblea Nacional, mientras Mario Tibán y otros complotados sufrieron diferentes penas por esa causa.

La sentencia causó un terremoto político-judicial con caída de magistrados, en tanto alzó su gritería ese coro de arcángeles que pulula en los medios y que a toda costa trata de convencernos de que el 30 de Septiembre no fue otra cosa que un inocente reclamo policial que incluía sueldos, medallas y canastas navideñas.

Nada que ver con un pinochetazo mal preparado. Las versiones falsas y los gritos destemplados se sintieron estimulados por las órdenes de libertad libradas por ciertos jueces a favor de protagonistas destacados de los hechos, como Fidel Araujo y el director del Hospital de la Policía.

Vivezas criollas nada más. Vivezas en que los vivos, los vivísimos cerebros de la conspiración desesperan por hacer el agua lodo, a fin de que no se descubra quiénes son ni dónde están ocultos ellos, con lo cual pretenden evadir juicios y sentencias y, a la vez, seguir en la conspiradera preparando mejor la puntería.

Por fortuna para la verdad y la justicia, las pistas son tan numerosas y diáfanas que el panorama terminará por aclararse del todo. En esa dirección, a título de recorderis, vale mencionar tres antecedentes. Uno: las declaraciones que poco antes del 30 de Septiembre hiciera en los diarios, principalmente en El Universo, el furibundo opositor Carlos Vera en el sentido de que había sido invitado a reuniones donde se hallaban políticos conocidos y militares retirados, en las cuales se trataron planes contra el Gobierno. Dos: la reunión en Miami una semana antes del célebre día, en la que participaron el propio Carlos Vera, Lucio Gutiérrez, el banquero prófugo Roberto Isaías, el ex director de Inteligencia del Ejército Mario Pazmiño, el periodista yankófilo Alberto Montaner y unos cuantos más.

Tres: los artículos de Emilio Palacio, director de Opinión de El Universo, principalmente el intitulado “Lenín, despierta”, en el que propiciaba groseramente la caída de Correa y su reemplazo por el vicepresidente Lenín Moreno, y el que tituló “El hacha de RC” (que puede leerse como Rafael Correa), un botafuego que asomó justamente con fecha 30 de Septiembre y que circuló en Guayaquil horas antes, la noche del 29.