Así resume el ex presidente del Brasil don Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011) los resultados de sus ocho años de política social que sacó a 28 millones de brasileños de la pobreza y redujo drásticamente los niveles de desnutrición y desescolarización de los niños y jóvenes de su país. Además, considera que a pesar de que Brasil es una de las diez economías más importantes del mundo, esto es de poca ayuda si no hay democracia ni políticas de distribución del crecimiento para evitar que el dinero siga en manos de pocos y el pueblo continúe pobre y desnutrido.
En el Ecuador nace la Revolución Ciudadana al ganar el presidente Correa las elecciones de 2006 y tomar posición en enero del siguiente año, casi al final del primer mandato de cuatro años de Lula da Silva y hay claras similitudes en sus políticas de gobierno.
En cinco años, Lula da Silva incrementó el salario de los trabajadores en 62%; en igual lapso Rafael Correa ha incrementado el salario en 83%. El resultado ha sido lo mismo, gran parte de la población salió de la pobreza y a pesar de la amenaza de la oposición, la inflación no subió en Brasil y no ha subido en el Ecuador y ya casi hemos alcanzado la meta del salario digno.
La inversión brasileña directa en beneficios del gobierno a los pobres hizo que el consumo creciera siete veces, lo que evitó que su economía sea afectada por la crisis mundial de 2008. En Ecuador, el Programa de Protección Social se encarga de la administración de los programas del Bono de Desarrollo Humano, de la Pensión para Adultos Mayores, de la Pensión para Personas con Discapacidad, el Crédito Productivo Solidario, la Red de Protección Solidaria, el Programa de Protección Social ante la Emergencia, entre otros programas que el Ministerio de Inclusión Económica y Social le delegan para su ejecución, con lo cual se ha logrado fortalecer la economía, como lo menciona el experto economista Walter Spurrier en su último seminario “Escenarios políticos y económicos 2012-2013”. De hecho, el Ecuador está entre las economías con mayor desarrollo entre los países latinoamericanos y con más alto potencial de crecimiento económico global.
Pero la mayor similitud está en que la inversión gubernamental ha sido entregada directamente a los pobres y necesitados, evitando la odiosa intermediación y haciendo que los ciudadanos puedan acceder a sus beneficios mediante el sistema bancario privado o estatal.
Finalmente, los dos líderes Lula da Silva y Correa han usado un efectivo sistema de medición de la calidad de gestión haciendo seguimiento continuo y personalizado a los programas y beneficiarios. Sus objetivos han sido muy claros y exitosos: combatir el hambre con acciones directas de alimentación popular y la garantía de buena alimentación familiar como política de gobierno, la educación en todos los niveles, la medicina popular, gratuita y de calidad; la infraestructura vial, hidroeléctrica, de minería y petróleo dirigida a la generación de empleo. Según Lula da Silva, “no hay nada más barato que invertir en los pobres” y concluye “los ricos también se benefician cuando los pobres dejan de serlo”.
Lula da Silva está a punto de postularse para su tercer mandato y es muy posible que gane, si Dilma Rousseff no quiere la reelección. Los ecuatorianos vamos a reelegir al presidente Rafael Correa.
