Cada uno de nosotros tiene su visión de cuales son sus deseos particulares o familiares o de grupo, así como sabemos que la felicidad es un estadio transitorio que alimenta las almas y deja en los espíritus esa sensación de bienestar que puede ser más perdurable, sin embargo, en los tiempos actuales creo que hay que pensar que lo más deseable tiene que ver con la paz, con la tranquilidad que impera en los hogares, a los que desafortunadamente no todos podemos acogernos.
En medio de la agitación de esta temporada, con el afán por llevar lo mejor a nuestra mesa, por pensar en lo que ha sido el año que transcurrió y cuáles serán los planes para el futuro, no podemos dejar de pensar en la solidaridad para con los otros, en lo que podemos hacer para que este tiempo sea menos duro, para que aportemos con un plato de comida, unos dulces o juguetes, con una sonrisa de solidaridad para con los otros.
Por ello me atrevo a expresar algunos deseos para todos, para quienes vivimos en este hermoso país llamado Ecuador, y no solo para estos días en los que celebramos la Navidad y el advenimiento de un Nuevo Año, sino para todo el tiempo venidero:
Quiero para mi país paz y seguridad en las calles, en los hogares, en las autopistas, en los mercados, en cada lugar por el que transitemos en el ejercicio de nuestra libertad para movilizarnos.
Quiero para mi país que no existan esas asimetrías dolorosas con gente que no tiene abrigo, que no tiene un lugar que pueda llamar hogar, o en donde la precariedad le impida gozar de momentos de solaz y de alegría.
Quiero que en mi país no impere la impunidad, que no sintamos que la corrupción va corroyendo los cimientos de la sociedad, que no pensemos que los pillos se mofan de la mayoría, porque sus crímenes y apropiaciones indebidas se quedan sin castigo.
Quiero para mi país que los jóvenes consigan realizar los estudios que anhelan y que luego consigan trabajos dignos sin necesidad de ir de un lugar a otro con las manos vacías y la desilusión en los ojos,
Quiero para mi país que las familias no se destrocen porque los unos tengan que emigrar para buscar su sustento en otros espacios, corriendo riesgos brutales en la búsqueda de un sueño que no pueden alcanzar en su propio país.
Quiero para los ciudadanos de mi país alegría en estos días y en los que vendrán.
