En las condiciones que vive Ecuador, y la demanda por fortalecer las instancias de la democracia representativa, el Presidente de la República ha decidido convocar una consulta popular para conocer la respuesta mayoritaria de 7 preguntas a las que los ciudadanos deberán responder con un Sí o un No , y que van a determinar un cambio sustantivo para el futuro de la vida democrática de la nación.
Como señala la ley pertinente, la entidad convocante tendrá que establecer la distribución de un fondo electoral para la promoción de cada tendencia.
Se ufanan de que los promotores del Sí se han inscrito en gran escala, mientras que los partidarios del No brillan por su ausencia. Que se aplique este mecanismo resulta un atentado contra la libertad de opinión, puesto que al identificarse con la segunda opción, corren el riesgo de granjearse la animosidad del régimen que patrocina la consulta.
Se agudiza la situación porque de por medio hay, además, un reparto del fondo financiero que se divide en dos partes y cada una de ellas se subdivide en tantas partes como número de adherentes tenga cada tendencia. De tal manera, los ciudadanos ya se identifican si están a favor o en contra de los convocantes a la consulta, con lo que se rompe el principio universal de que el voto es secreto, como derecho inalienable que consta en la Constitución de las repúblicas verdaderamente democráticas.
Esa situación genera una ilegalidad porque quienes manejan los procesos de inscripción ya saben de antemano cuántos posibles adherentes van a sufragar a favor de cada propuesta. En estas condiciones la posibilidad de manipulación se incrementa hasta el punto de que, en la eventualidad de que haya mayoría en contra de los proponentes de la consulta, buscarán algún pretexto para anular la convocatoria. De darse estas circunstancias, el proceso se anularía de facto y los autores de la escaramuza quedarían sindicados como culpables por el intento de manipular la voluntad ciudadana.
No se puede jugar con un tema tan delicado, donde se ponen en juego la conciencia del conglomerado que podría reaccionar en forma violenta, al sentirse manipulados por los detentadores del poder.
Lo menos que podemos recomendar con total severidad es que se tenga cuidado con no manipular la voluntad soberana de un pueblo que está desconcertado por las maquinaciones politiqueras en juego, a espaldas de la voluntad ciudadana. (O)
