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El Telégrafo
Oswaldo Paz y Miño

Legisladores despreciables y otritos iguales

01 de septiembre de 2021 - 00:56

Ser legislador en un país democrático, en un Estado de Derecho, ejerciendo la actividad política con decencia, conocimiento de causa, fundamentos científicos de como hacer leyes para el beneficio de las grandes mayorías, que son las que eligen, se supone, con sabiduría, sentido común y responsabilidad, debe ser un honor, para quien haya sido electo.

Las personas escogidas por los partidos políticos para ser candidatos a legislar y fiscalizar en un país, en el caso del Ecuador, para ser electos como asambleístas, se supone, se tamizan de entre los mejores cuadros que cada tienda política tiene en sus filas. Se presume, que los lideres de los grupos políticos en acto honesto, decente, y no de conveniencia corrupta, proponen a los electores a los ciudadanos más idóneos, o sea a los más capaces, preparados, y enterados de lo que es la ciencia de legislar, de lo que significa la responsabilidad ética de fiscalizar, para que ocupen una curul en el Palacio Legislativo del país.  Y no para tenerlos de mandaderos de sus ambiciones personales.

Hemos dicho se supone que se propone a los mejores para que sean legisladores. Sin embargo, ya llevamos como quince años de comprobar, en la reciente historia, que lo que proponen los partidos o movimientos políticos para que los ciudadanos voten, esta muy distante de ser, lo más idóneo, salvo excepciones que han confirmado la regla.

Está registrado en la bitácora más cercana, que han ejercido de legisladores, personajes cuasi analfabetos, deportistas por conocidos, famosillos de la farándula, gente con escasa o ninguna formación para el ejercicio legislativo, en algunos casos, que apenas han podido leer con titubeos, sin ningún conocimiento de estado, de leyes y con un notable cero en instrucción de cómo crear normativas. Es decir, se han escogido   candidatos populistas, personas señuelo para los electores, que con ignorancia se dejan llevar por un nombrecito más o menos conocido. Un él o un ella, que puede tener origen en la tv basura y listo.

La corrupción inicia cuando se candidatiza a alguien que no está preparado para el cargo y se hace visible, cuando el candidato acepta su postulación a sabiendas de que carece de saberes que le permitan ejercer con tiento, talante y talento, la diputación o el cargo publico para el que fue nombrado.  

Si algún poder del estado es despreciado en la comunidad, es el legislativo. Los legisladores se ganan más temprano que tarde el rechazo de los que los eligieron.  El asco que siente la gente no es gratuito, deviene por ejemplo de: las recetas dictadas de como robar bien por parte de alguna despistada, o de los casos de diezmeras o traficantes de influencias para vender cargos públicos, o lograr negocios turbios llevados a efecto por bellezas opacas, o por el cometimiento de marranadas tales como las de tener carné de personas discapacitadas sin serlo o de tener parientes con esos beneficios, sin merecerlos.

Por despreciables políticos, la gente se aleja de la política. Sin embargo, los ciudadanos no terminan de aprender y algunos todavía defienden a prófugos delincuentes sentenciados, a legisladores echados del cargo, a funcionarios con grillete. Los pueblos se dan los gobernantes que merecen, los legisladores que merecen, los alcaldes que se merecen, los concejales que merecen. El derecho al pataleo, es justo, pero cabe que el soberano medite por quienes vota, para que los despreciables no repitan. Antonio Gala, ha sentenciado: “LOS POLÍTICOS HONRADOS SE QUITAN DEL MEDIO CUANDO CAE SOBRE ELLOS LA SOSPECHA”

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