Ningún derecho se ha obtenido rogando de rodillas. Esto es claro y debe ser entendido por quienes dicen “¡dejen trabajar!” a la gente que ha perdido sus trabajos o que está a punto de perder todo. El deber de un comunicador es informar sobre las protestas, no minimizarlas ni hablar de temas intrascendentes para taparlas. No debería ser necesario insistir en esto, pero es lamentable que haya medios y periodistas que han perdido la noción de la objetividad o que vivan en otro siglo. Cuando un conocido comunicador, en pleno siglo XXI, le pregunta si sabe cocinar a una medallista olímpica de oro, no solo minimiza la hazaña de la pesista sino que refuerza la idea superada de que solo la mujer debe cocinar. Cuando algún editorialista se preocupa más de los adoquines de la ciudad que de los reclamos del pueblo y culpa al movimiento indígena del hecho, está perdiendo la perspectiva. Primero, porque nadie reclamó en 2019 al entonces ministro Jarrín por meter tanques de guerra al centro histórico. Segundo, lo más importante, la Historia nos enseña que fueron los indígenas los que construyeron nuestras ciudades, adoquines incluidos.
Lo más importante, sin embargo, es la incapacidad de analizar los hechos, recurriendo a la historia reciente del mundo. Una protesta empieza después de haberse cometido un abuso que nos afecta directamente. Nadie sale a jugarse la vida en las calles por un sánduche, aunque eso crean algunos hijitos de papá. Esa protesta aumenta si sus vecinos también se sienten afectados por ese abuso y si hay noticias al respecto. Obviamente esas noticias vendrán más de las redes sociales que de los medios tradicionales; ya sabemos el caso sui géneris de un canal que exhibe Bob Esponja cada vez que hay manifestaciones callejeras. En estos tiempos de internet instantánea, existen motivos recurrentes para las protestas: discriminación, evasión de impuestos, alza del precio de los combustibles, exhibiciones de lujo en medio de la extrema pobreza, etc. Pero estos motivos solo estallan cuando hay un abuso específico que detona la protesta.
