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El Telégrafo
Werner Vásquez Von Schoettler

Las heridas en la frontera

18 de abril de 2018 - 00:00

Las fronteras están más en las cabezas que en los propios espacios sociales. A donde vayamos, vamos construyendo imágenes de las divisiones y separaciones, sean o no necesarias. Los Estados modernos tienen una fuerte obsesión con la idea y práctica de la frontera, como fin, como cierre, como tope. Del otro lado, otro Estado que hace y piensa lo mismo. Mientras que a los que viven en la frontera, poco les importan esas separaciones institucionales, cuando son ellos los que día a día tienen que vivir y enfrentar el abandono en ese rincón de la “patria”.

En esa zona borrosa, que se confunde en medio de la miseria, de la extrema pobreza, de todas las prácticas ilegales que se reproducen no hace unos años, sino hace muchas décadas. Miles de seres humanos en el medio de algo desconocido. Generaciones sin opciones, sin futuro y casi sin presente, donde lo legal y lo ilegal se enfrenta frente a los modos del día a día de cómo sobrevivir, de no morirse tempranamente. ¿A quiénes les han importado las fronteras? A los que han hecho la guerra: militar, comercial.

Plata y “héroes” han parido las fronteras. Siempre la tragedia viene acompañada de sus lugares y a veces es cuando muchos recuerdan que esos territorios también existen, existían. Existían como postales de lo inhóspito, de la naturaleza “salvaje”, del verde perpetuo. Pero de lo humano existente, nada. En las zonas de frontera es donde impera cientos de veces un ejercicio de racismo exacerbado, macabro, que siempre cobra cientos de víctimas, anónimas en su mayoría.

Todas las víctimas duelen, pero más cuando la razón o lo razonable no se impone frente a la violencia más cínica y ciega. Los males históricos de las naciones yacen en esos rincones. Para la gran mayoría son o deberían ser zonas de tránsito: nunca un quedarse a vivir, un huir de lo inestable. Que las desgracias perpetradas por largo tiempo, que las desgracias más tempranas, no caigan en el olvido, que no sean “noticia”, mientras se reproducen en sus mismos patrones los ideales del crimen y del criminal como opción de ser reconocido en sociedad, como valiente, triunfador, el más malo, el más varón de las narconovelas. ¿Se entenderá? (O)

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