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El Telégrafo
Xavier Lasso

Las Corea

01 de mayo de 2018 - 00:00

El trato amable que se han prodigado mutuamente los presidentes de Corea del Norte, Kim Jong-un y su par del Sur, Moon Jae-in, descoloca sobre todo al guerrerista Donald Trump. Mientras China y buena parte del resto del planeta celebran este acontecimiento, el relato de algunos medios “occidentales” es marcadamente escéptico.

Escepticismo que nace de esa perversa cobertura que siempre nos vendió la idea de la locura, solo locura, del presidente de Corea del Norte. En la cumbre de las Corea se habló de paz duradera, de respeto mutuo, de la eliminación del lenguaje belicoso, de promesa de desnuclearización de la península y la celebración regular de encuentros que permitan acrecentar la confianza mutua entre dos pueblos que, en realidad, es uno solo. Del tema de los derechos humanos muy pocos se ocupan y cargan las tintas solo a Corea del Norte.

De todas maneras estamos ante una buena noticia, deberíamos celebrarla porque hasta hace no mucho todo parecía catástrofe. Kim Jong-un era un desquiciado que amenazaba la paz mundial. ¿Qué cambió? ¿Puede una cumbre de semejantes dimensiones trabajarse en tan poco tiempo? O, será, más bien, que las consignas mediáticas, de relatos perversos entre solo buenos y solo malos, han quedado otra vez al descubierto. Y el señor Trump, al que su ego le impide lecturas más finas, deberá ajustar los temas del encuentro que mantendrá en mayo, o principios de junio, en la Casa de la Paz, en la frontera de las dos Corea, con el presidente de la del Norte. La desnuclearización ya ha sido abordada en el reciente encuentro, pero seguro que Trump se arrogará el papel de gendarme y no bajará el tono guerreo, de amenaza, que imponga su control del desmantelamiento nuclear. Kim Jong-un ha dado muestras de inteligencia y sutilezas en la esfera diplomática. Concretar el encuentro con su par de la otra del Sur, antes de la todavía incierta reunión con Trump, ha movido el piso a la diplomacia estadounidense. Sin embargo en los medios occidentales, esos que aún siguen despistados, importa más saber en qué avión viajaría Kim al encuentro con Trump. Todo un cotilleo sobre la obsoleta flota de aviones de la línea aérea de Corea del Norte, en el intento de seguir menospreciando a Kim Jong-un. Tema irrelevante, que son como velos que se echan sobre los grandes acontecimientos para que pasen desapercibidos a nuestros ojos parroquianos. Después estaremos listos a prestar oídos a cualquier historia por muy absurda que resulte, llena de lugares comunes, sin contraste, sin verificación, aquí, como en los recientes días y allá también. Ojalá que la paz entre las Corea resulte duradera, que ellas solas alcancen objetivos comunes, sin tutelajes imperiales y sin la mediocre bendición de las corporaciones mediáticas. (O)

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