Una vez más queda en evidencia el maltrato que recibe la sesquicentenaria universidad, de parte de quienes han tenido la responsabilidad, en nombre del Gobierno Nacional y del Estado ecuatoriano, de contribuir a recuperarla de sus falencias, generalmente provocadas por mezquinos y utilitarios intereses y cálculos personales o grupales de diferente índole, a los que nos hemos opuesto siempre, como ahora, con dignidad, transparencia y firmeza.
Las consecuencias están a la vista. Después de dos largos años, los resultados de la gestión de la Comisión Interventora (CI), nombrada por el CES, son en general deficitarios, y en lo académico, lo fundamental, malos. Nunca la CI presentó un proyecto para modificar las estructuras académicas, apenas una rueda de prensa con enunciados generales, sin ningún sustento.
La preocupación central -si no única- se centró en lo financiero-administrativo y algo en infraestructura; y en estos aspectos la crítica ha sido masiva, contundente por los procedimientos asumidos, contrataciones para ciertos servicios, construcciones y remodelaciones de edificios, así como nombramientos; en general, la administración financiera ha sido deficiente.
Las críticas son severas; y tras ella, un magro resultado: la salida de quien presidía la CI, puesto en el cargo sin tener merecimientos; pero la situación se ha agravado porque quien lo reemplaza, un Dr. Enrique Santos, aunque sea temporalmente, es señalado justamente como el hacedor de malas y antidemocráticas decisiones; de incidir en el nombramiento y despido de decanos y vicerrectores que no se han alineado, a quienes se busca afectar en su honra difundiendo información fraguada y temeraria.
Por ello cambiaron al Decano de Jurisprudencia, uno de los poquísimos con título PhD que tiene la ‘U’, que fue reemplazado por el cónyuge de quien acompañaba a Santos en el papel de supervisor de la CI, los dos nombrados por el CES. También hace pocos días despidieron a 4 decanos y 2 subdecanos; y por fin, burda e ilegalmente, a los vicerrectores General y Administrativo, sin razón alguna. Pura politiquería.
La pregunta es: ¿Para qué los nombraron? ¿Por qué cuando se afirma que todo está bien en la ‘U’ los cambian? Al parecer, al CES no le informan la verdad; y este tampoco informa al Presidente sobre la real situación existente en la UG, lo que ha provocado reacciones adversas, desagrado, escepticismo, en medio de un ambiente de temor y miedo, impropio en un centro de ciencia y saberes, y en un proceso revolucionario que responde a los intereses del pueblo y grandes objetivos de la patria, al cual la gran mayoría de universitarios apoya, pero que ha entrado en dudas y cuestiona por todo lo dicho y más. Resulta intolerable que una mala gestión de Santos, Kalil y otros afecte a la RC y su base política.
Todo apunta a que el CES apruebe de manera urgente, con los correctivos del caso, el nuevo estatuto de la ‘U’ para que, en plazo prudencial, se convoque a elecciones, para que las nuevas autoridades asuman la tarea de la reforma, con su apoyo efectivo, y la ‘U’ reencuentre sus posiciones académicas, en el marco institucional y legal que la Revolución Ciudadana ha creado, buscando la excelencia en el sistema de educación superior; para que contribuya con eficiencia en el proceso de cambios que vive el país, como históricamente lo ha hecho.
Hasta tanto, debe actuar un rector encargado por el CU, conforme el estatuto, y como manda la ley, con el título de PhD, en estrecha coordinación con el CES, que debe brindar el apoyo necesario directo, que no se lo dio la CI, la que de inmediato debe desaparecer.
Previamente a esto, y como públicamente lo señaló hace poco el presidente del CES, René Ramírez, el Ceaaces debe devolver a la ‘U’ su nivel de calificación.
Que cesen en la UG las maniobras y triquiñuelas, y recupere su autonomía. (O)
