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El Telégrafo
Florencia Casamiquela

La unidad es nuestra utopía

15 de febrero de 2018 - 00:00

Algunos atrevidos se animaron a teorizar sobre el ocaso histórico del peronismo. Leímos ríos de tintas acerca del agotamiento y crisis final de nuestro movimiento, sobre la obsolescencia de nuestra doctrina, sobre la irreversibilidad de la derrota. Sin embargo, una vez más, la realidad se impone a las falacias argumentales. Y nuevamente aparece la perplejidad de quienes nunca comprendieron la verdadera naturaleza del peronismo como fenómeno profundamente arraigado en nuestra cultura.

En estos tiempos escuchamos que el peronismo se ha fracturado y astillado en un abanico irreconocible de tribus, facciones, grupos y capillas de todo tenor. En verdad esa es la aspiración del oficialismo, que anhela un peronismo disperso para intentar asegurar un triunfo en 2019.

Estamos asistiendo a la génesis del desencantamiento de la sociedad con el gobierno. Muchos factores explican la abrupta caída en la imagen presidencial y en las expectativas de futuro: los tarifazos, las alzas de los combustibles, el recorte de las jubilaciones, los despidos, la ausencia de inversiones en la economía real… De tal modo, el Gobierno no puede asegurar un ciclo virtuoso de crecimiento sino todo lo contrario.

¿Cómo se gana una elección si no hay respuestas ni logros que ofrecer? Los cráneos de la planificación político-electoral del oficialismo han creído encontrar algo así como la piedra filosofal, la llave a todas sus carencias: esa respuesta la han hallado en la fractura y dispersión del peronismo.

Nos quieren dispersos y divididos para poder ganar, aún con un exiguo acompañamiento de la sociedad. Nosotros, en cambio, queremos lo contrario. ¿Por qué nos vamos a sumar graciosamente a la estrategia oficialista? ¿Por qué vamos a ir en fila india, cabizbajos y culposos, a la encerrona que nos quieren vender con la estética bulliciosa duranbarbista? Ellos nos quieren divididos, nosotros nos queremos unidos.

Muchos dirán que unidad no es amontonamiento. Frase tan bonita como insulsa. Hay que juntar todo, sin excluir a nadie. Hay que ordenar, claro, con reglas de juego ciertas y previsibles. De allí surgirán los liderazgos,  que ciertamente ofrecerán un horizonte de futuro plausible.

La ecuación es sencilla, casi aritmética. El peronismo dividido garantiza el triunfo oficialista. El peronismo unido, en cambio, abre las puertas a otro escenario electoral. (O)

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