La oposición, integrada por los sobrevivientes de la partidocracia, envejecidos por su incapacidad, grupo de indígenas confundidos, seudoizquierdistas, ambulantes socialcristianos, resentidos, traidores, oportunistas y unos cuantos ambiciosos de ficticia fama y dinero; desde ya, sintiéndose derrotada y con el auspicio de la banca, oligarquía y la prensa privada entregada a la derecha, se prepara, no para librar una nueva batalla en este 2016, año de campaña electoral, sino para instaurar la guerra con todos sus recursos, por derrotar al régimen de la Revolución Ciudadana, fortalecido en medio de los avatares y el boicot del capitalismo nacional y foráneo.
Entramos en una complicada etapa de la historia republicana, en la que, de no mediar la razón, el civismo, el entendimiento y la aceptación de la realidad, podrían desencadenarse hechos desagradables con peligrosa incidencia en la alteración de la paz y la democracia.
Como la oposición no logra la armonía de sus integrantes por la falta de unidad ideológica y la diversidad de intereses, no se descarta la formación y apoyo a grupos terroristas, expertos en agresividad y agitación callejera con fines desestabilizadores del régimen del Buen Vivir. A los promotores de la sedición se les recuerda que aún hay tiempo para la reflexión, encender el sentido de la razón y entender que la justa electoral es un proceso que consolida la democracia y el respeto a la voluntad popular.
Como la oposición no puede competir en el escenario electoral, ni mucho menos llegar a Carondelet, en su intento por asegurar privilegios, el enriquecimiento ilícito y otras mañoserías, frente a un gobierno con su inmensa obra pública, la reducción de la pobreza extrema, el crecimiento de la tasa de empleo, estabilidad en el orden administrativo, político y económico, no le queda otra alternativa que emprender rápidos ensayos golpistas y para ello ya pregona movilizaciones callejeras y revela un silencioso acercamiento al nuevo arzobispo de Guayaquil para comprometer el posible apoyo de la Iglesia católica, tal como lo hizo en la contienda del Sí y el no.
El periodismo particular seguirá manteniendo su respaldo a la derecha política e inventando fantasmas para fastidiar al gobierno de la Revolución Ciudadana.
Alianza PAIS responde a la amenaza y desafío de la oposición, con el fortalecimiento de sus cuadros para facilitar las acciones políticas e insiste en su llamado a las organizaciones populares, campesinos, estudiantes y trabajadores para participar en la defensa de la construcción de la nueva patria, libre, definitivamente, de los sátrapas, aventureros y explotadores de siempre.
A renglón seguido, urge la preparación de líderes con firmeza ideológica, formación ética y una vasta cultura para fortalecer la estructura orgánica de Alianza PAIS como contribución en su rol para cambiar el rostro de la patria y evitar lamentables deserciones y desvíos en la actividad política. (O)
