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El Telégrafo
Nathaly Pernett Vallejo

La obligación natural del privilegio

12 de julio de 2021 - 00:38

Quienes hemos tenido acceso a educación, somos parte del privilegio; en consecuencia tenemos una obligación natural de tener empatía y hacerla práctica, pues el privilegio debe ser una herramienta para trabajar por quienes no han tenido la misma suerte, y en consecuencia es una obligación coadyuvar para que otros tengan acceso a lo mismo y deje de ser un privilegio.

La falta de esta empatía es la generadora de tanto dolor en nuestro país, quienes no pueden acceder vs quienes poco o nada le interesa que otros no accedan, este camino de rechazo mutuo que solo nos separa, fortalece brechas que parecen abismos, alimenta resentimiento, genera odio y en consecuencia fomenta una sociedad carente de afecto en donde cada día es menos relevante lo que vive el otro.

¿Cuál es la verdadero beneficio del odio? Ya lo dijo Simon Bolivar: “Un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad, la traición por el patriotismo, la venganza por la justicia.

El discurso del separatismo ha ahondando tanto en cada polo social que el resentimiento termina siendo un negocio absolutamente rentable y lucrativo, no conozco un discurso de odio que haya generado un cambio positivo, pero lo que si es evidente es el porqué algunos “líderes” apáticos, necesitan tanto mantenernos así. Someter al odio genera no salir del imaginario popular de que es imposible romper círculos viciosos; fortalece los estigmas y prejuicios sociales y en consecuencia es la mejor manera de cegar, pues más vale tener a alguien sumido y sometido en resentimiento, que permitirle ser educado y en consecuencia libre.

Por eso es tan importante que quienes hemos accedido a educación, trabajemos por  y para quienes no han podido acceder a ella, compartiendo nuestro poco o vasto conocimiento, ya que una sociedad educada es una sociedad que tiene empatía y en consecuencia es una sociedad equitativa.

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